¡Los berrinches! Una etapa difícil de superar siendo padres. Claro, es fácil hablar de tolerancia y respeto cuando nuestro hijo es un ángel caído del cielo, la verdad de la milanesa aparece cuando se comporta como el mismísimo hijo de Satanás.
Siempre me llamó la atención ver en la calle nenes y nenas siendo arrastrados del brazo, gritando, pataleando, llorando... Y padres totalmente superados, enojados, avergonzados. Porque al menos en nuestra ciudad esto de los berrinches está pésimamente catalogado. La opinión pública dice que son caprichos y que si no ponemos un freno a este comportamiento seremos esclavos de los deseos (incoherentes) de nuestros vástagos por siempre.
Por eso cuando leí por primera vez a Rosa Jové me quedé pensando. Ella compara esa situación cotidiana padre-hijo con una situación similar pero donde los protagonistas son marido-mujer. Una mujer que se niega a hacer algo y es arrastrada con su marido, a los gritos, por la calle. El horror. Y es tan cierto... ¡Qué hipócritas somos! ¿Por qué ese maltrato va a estar bien en chicos pero no en adultos?
En el libro La crianza feliz de la psicóloga Rosa Jové se explica el por qué de los temidos berrinches. Parece ser que los chicos de 2 a 4 años inician una etapa de independencia y es un momento en que pretenden hacerlo todo solos llevando la contra. Pero ella deja claro que no los hacen para «fastidiar» sino para probar cosas nuevas y experimentar con el entorno. "Suele ser un período difícil, y los problemas de comportamiento se disparan debido a la incomprensión de los padres (...) ¿Cómo hace el niño para manifestar su independencia? Pues, dada su edad, es una estrategia muy simple: consiste solamente en negar al otro. Su palabra más utilizada es «no», y resulta fácil de entender, porque negando al otro empieza a expresar lo que él «no es», puesto que aún no sabe realmente lo que «es»." Una revelación, al menos para mí. Mi hijo hoy tiene 22 meses y ya hace un par que su palabra estrella es el NO.
La autora también dice: "El único problema es que esto implica un conflicto emocional importante para los niños porque, como los padres no entienden lo que pasa y normalmente se enfadan con ellos, notan que se están enfrentando a los seres que más quieren y ello les provoca una ambivalencia de sentimientos. Eso, nada más y nada menos, son las famosas rabietas: una lucha interior entre lo que debo hacer por naturaleza y la incomprensión de mis padres hacia tales actos, que me provoca unos sentimientos ambivalentes («Quiero a mis padres pero ahora los odio»). En ese momento se dan dos deseos enfrentados y contradictorios: el deseo del niño y el de los padres. Y el niño no entiende por qué."
OK. Es una etapa. Pero, ¿qué hacemos? Yo creo que, simplemente, sabiendo que es algo normal y no una lucha de poderes ya nos vamos a tomar el tema con mucha más liviandad. Jové dice: "Muchos padres viven esta etapa con mucha ansiedad porque piensan que es una forma que tienen sus hijos de rebeldía, de desobediencia o de tomarles el pelo. Nada más lejos de la realidad. En estas conductas del niño no hay ningún sentido de «ponernos a prueba» ni ningún juego de poder en medio."
No los quiero desalentar -nada más lejos de mis intenciones- pero parece que las rabietas aparecen hacia los 2 años y suelen terminar... ¡antes de los 5! Habrá que tener mucha paciencia. Pero acá lo más importante es ¿qué hacemos para manejar con calma un berrinche? Rosa Jové da algunos buenos consejos y un método bastante simple que les aseguro que funciona incluso con chicos más grandes.
Ella dice: "Podemos resumir en seis puntos la mejor manera de superar las rabietas: 1. Comprendiendo que el niño no pretende tomarnos el pelo. 2. Dejando que pueda hacer aquello que quiere (siempre que sea posible, muchas veces nos negamos a hacer cosas porque nos parecen irrelevantes, pero para ellos no lo son). 3. Evitando tentaciones (no pasemos por el kiosco si podemos evitarlo) 4. Hablando con ellos. (...) En caso de que surja la rabieta, conviene aplicar la técnica de los tres pasos: primero, comprender al niño; segundo, educarle y explicarle qué es lo que se espera de él, y tercero, dejarle elegir sus propias soluciones."
La técnica de los tres pasos es, básicamente, intentar no decir NO a todo. No valorar negativamente la conducta, no prohibir y no gritar. Por ejemplo: Matías salta en la cama, en lugar de gritarle que no se puede y empezar una batalla campal, decirle algo del estilo "Es divertido saltar en la cama (comprensión), pero las camas se rompen y son para dormir, hay que cuidarlas (educación). Juguemos a pintar y mañana vamos a la cama elástica, ¿o preferís jugar a los autos? (elección).
Suena medio rebuscado pero funciona. Yo a esto agrego una obviedad pero que también es muy útil, con nenes muy chiquitos lo mejor para evitar un berrinche es la distracción y una mínima explicación (aunque no lo crean un bebé de menos de 24 meses entiende muchas cosas). "No te doy el cuchillo porque corta, tomá esta cucharita."
Rosa Jové también aclara algo importante: "Si el niño se ha desbordado emocionalmente, hay que permanecer a su lado, intentar el contacto físico y el abrazo y repetirle que, aunque en ese momento no nos entendamos, le queremos ayudar." O sea, el arrastre y los gritos no van (por si había dudas, jaja).
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