"Una crianza feliz y respetuosa es aquella que tiene en cuenta las necesidades físicas y emocionales del niño, siendo atendidas de forma que se respete al menor como persona" (Rosa Jové).
¿Esto implica que dejamos que los chicos hagan absolutamente todo lo que quieren? Por supuesto que no. ¿Implica que dejemos de lado nuestros deseos y necesidades? Tampoco. ¿Implica sentirnos culpables por no poder cumplir un supuesto "deber ser"? Menos.
La crianza respetuosa implica dos cosas básicas: amor y respeto. Reconocer a nuestros hijos como individuos, como sujetos de derecho. Desde que nacen. Aceptar que tienen expresiones propias y que no siempre estaremos de acuerdo en todo. Que habrá conflictos. Que habrá enfrentamientos. Que habrá emociones encontradas. ¡Y que eso es sano y bueno! Claro, también habrá miles de momentos donde nos sobrepasemos y nos sintamos cansados; pero si estamos convencidos de estas premisas estoy segura de que nuestra mirada será distinta.
Hay una realidad. No siempre tenemos disponibilidad, ni tolerancia ni la empatía a flor de piel. Somos humanos: a veces estamos agotados, enojados con el trabajo o simplemente nuestra paciencia no está pasando su mejor día. ¡Somos seres humanos! Si hay algo que tendríamos que hacer de una vez y para siempre es despojarnos de los modelos idealizados y las exigencias desmedidas. No existen los padres perfectos (y si existieran serían aburridísimos).
Todos los padres nos equivocamos y aprendemos en el proceso. El respeto también tiene que ser hacia nosotros mismos: qué queremos, qué es mejor para nuestra familia en este momento, qué podemos y qué no podemos hacer, con honestidad, sin prejuicios
Yo estoy convencida de que es necesario un cambio de paradigma en la crianza: apostar al amor, al respeto, a la tolerancia, a la igualdad y a la libertad nos asegura un futuro mejor a todos. Pero eso no quiere decir que los niños reinen el mundo (de hecho estoy bastante cansada de que se malinterprete la crianza respetuosa como crianza "niño-céntrica" o permisiva). Quiere decir que necesitamos ser una sociedad más tolerante. No sólo con los niños, sino principalmente con sus padres.
Hay una realidad. No siempre tenemos disponibilidad, ni tolerancia ni la empatía a flor de piel. Somos humanos: a veces estamos agotados, enojados con el trabajo o simplemente nuestra paciencia no está pasando su mejor día. ¡Somos seres humanos! Si hay algo que tendríamos que hacer de una vez y para siempre es despojarnos de los modelos idealizados y las exigencias desmedidas. No existen los padres perfectos (y si existieran serían aburridísimos).
Todos los padres nos equivocamos y aprendemos en el proceso. El respeto también tiene que ser hacia nosotros mismos: qué queremos, qué es mejor para nuestra familia en este momento, qué podemos y qué no podemos hacer, con honestidad, sin prejuicios
Yo estoy convencida de que es necesario un cambio de paradigma en la crianza: apostar al amor, al respeto, a la tolerancia, a la igualdad y a la libertad nos asegura un futuro mejor a todos. Pero eso no quiere decir que los niños reinen el mundo (de hecho estoy bastante cansada de que se malinterprete la crianza respetuosa como crianza "niño-céntrica" o permisiva). Quiere decir que necesitamos ser una sociedad más tolerante. No sólo con los niños, sino principalmente con sus padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario