Si empezáramos a entender que ningún bebé o niño quiere dormir solo y dejáramos de verlo como un problema... ¡tendríamos un problema menos!
Reproduzco el texto original de Laura Gutman:
¡Por supuesto que los niños no quieren dormir solos! Ni quieren, ni deben. Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus madres, experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro del vientre amoroso de sus madres. Los bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. No pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos estaremos felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda ser contraproducente cuando hay bienestar. Lamentablemente las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad para comprender los pedidos de nuestros hijos que son inconfundiblemente claros. Circula socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no dormimos cuerpo a cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los apretamos… ellos van a reclamar más y más. Pensemos que el “tiempo” para los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. Si los niños deben esperar demasiado tiempo para encontrar confort en brazos de su madre, se aferrarán con vigor a los pechos, mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo materno. El miedo será la principal compañía, porque sabrán que la ausencia de la madre volverá en cualquier momento a devorarlos. Los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes de los cuidados maternos. Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. La noche es larga y oscura, y ningún niño debería atravesarla estando solo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el niño no lo necesite más.
Este texto cambió mi maternidad al 100%. Cuando lo leí, hace alrededor de un año, todavía me resistía a esa singular dependencia que se forma entre el niño y la madre, todavía creía, como la mayoría de las mujeres que llegamos ignorantes a la maternidad, que el bebé debía dejarme hacer mi vida tal cual la había hecho hasta su nacimiento, sin cambios, sin alteraciones, todavía creía que la upa malcriaba, que el bebé debía dormir en su propia cuna y no invadir el terreno de la pareja... creía tantas ridiculeces que mi maternidad estaba siendo convertida en un caos... por mi ignorancia y mi egoísmo. Laura Gutman me abrió los ojos, me abrió el corazón y la cabeza, me permitió aceptar mi naturaleza y la de mi hija y ayudar a mi esposo a comprender todo este cambio necesario de estructuras, gracias a ella fuimos dando paso a la nueva familia.
ResponderEliminarMe pasó exactamente lo mismo! Laura Gutman fue la primera recomendación que me hicieron dos amigas psicólogas cuando estaba embarazada y me cambió la cabeza. Empecé a leer todo lo que conseguí de ella y de Carlos González, y agradezco haberlo hecho. Una no se da cuenta de la cantidad de prejuicios que lleva encima hasta que se deshace de ellos. ¡Qué bueno que hayamos podido hacerlo y vivamos de otro modo a nuestros hijos! ¿No? :)
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