lunes, 11 de agosto de 2014

Conferencia del Dr. Carlos González: Autoridad, Premios y Castigos

En este post intentaré reproducir los principales conceptos que expuso el Dr. Carlos González en su conferencia Autoridad, Premios y Castigos el viernes 1 de agosto de 2014 en la Ciudad de Buenos Aires. No se trata de una desgrabación sino de una interpretación propia.

Como siempre, su estilo fue locuaz, irónico y sencillo. Habló con calidez, sinceridad y sentido común, e hizo reír al auditorio en muchas ocasiones. Comenzó su exposición definiendo el concepto de puericultor como aquel que se ocupa del cuidado integral del niño tanto en su aspecto físico y psíquico como social. Él se refirió a los niños como aquellos "que no tienen voz", de ahí la enorme importancia de tener en cuenta sus necesidades. También destacó la importancia de no reproducir dogmas pediátricos.

Su temario arrancó con el tema de los límites y de cómo considera que es una moda actual (antes no se definía de este modo, al menos) contradictoria e hipócrita: para los adultos los límites suelen ser algo negativo (nos frenan), de hecho en las publicidades, por ejemplo, decir "sin límites" es algo positivo. Parecería que los límites "buenos y necesarios" sólo aplicasen a los menores. Un cita que me quedó rondando la cabeza (y pienso usar hasta el cansancio) es "hemos perdido como sociedad nuestra capacidad de tolerar las conductas normales de los niños". Los adultos solemos admirar la "rareza" de otros adultos (aquel que nada con cocodrilos o escala el Aconcagua), sin embargo en los niños buscamos todo lo contrario: la normalidad, la uniformidad.

Luego pasó al tema de la autoridad. Para él, la autoridad es algo natural que tenemos por el mero hecho de ser padres (somos los que sabemos, los que cuidamos, los más grandes), y recomienda "no gastar la autoridad en tonterías". "La autoridad es como el dinero, si las gastas, se acaba." Por lo cual recomienda no ser rígidos con los horarios, la comida, las conductas, las normas. Es mejor pedir pocas cosas: cuanta más autoridad, menos normas. "¿Quién es la autoridad máxima -bromeó- ¡pues Dios! (risas) ¡Y él sólo te pido que hagas 10 cosas!". A veces pedimos cosas inútiles a nuestros hijos y volvió a bromear: "delante de un policía tu puedes pisar un charco y no pasa nada, ahora, que te vea tu madre..." Y continuó con su estilo irónico, respecto de cómo los niños a veces obedecen poniendo "mala cara": "Sólo los padres son capaces de querer que sus hijos les obedezcan felices, ni siquiera Napoleón. La gente frustrada se enfada." Y tampoco está de acuerdo con que los niños deban tolerar la frustración. Ellos se frustrarán, eso es inevitable, no es algo malo ni que debamos evitar.

El respeto hacia los hijos, para González, no se debe perder nunca. ¿Qué pasa si aparcamos en un lugar que está prohibido? Viene un policía y amablemente nos dice "Señor, en esta calle no está permitido aparcar, debo hacerle una multa", no nos dice "Gilipollas, ¡que te he dicho cuarenta veces que aquí no se estaciona". ¿Entonces por qué a veces sí se habla de ese modo a los hijos? Nosotros no perdemos nuestra visión del policía como autoridad porque nos trate con respeto. Aquí lo importante es cuidar las formas, hablar con respeto, incluso cuando sea un reto. Nuestros hijos no son nuestros enemigos.

Otro tema muy interesante, ¿qué pasa cuando le digo a mi hijo que no haga una cosa y la vuelve a hacer, sonriendo y mirándome? ¿Me desafía? Por supuesto que no. "Cuando tu hijo te quiera desobedecer lo hará a escondidas". Lo que hacen los niños es pedir información para poder obedecer mejor. Los niños desean obedecer a sus padres y hacerlos felices. A veces nuestras órdenes no son claras o son contradictorias: sí se puede escribir este papel (una revista vieja) pero no este otro (que para el niño es igual, pero se trata de un papel importante). Sí se puede escribir esta pared (una pizarra o una pared del jardín) pero no esta otra (una pared del comedor). Los niños deben probar muchas veces para poder saber si es que no se puede hacer esa acción nunca o sólo en cierta circunstancia. En ese caso debemos decir que no se puede, quitarle, por ejemplo, el marcador, explicándole con respeto y sin gritos, castigos ni insultos. Con la repetición solamente lo entenderá. 

Luego habló del tema teoría del apego. Él no está de acuerdo con el concepto de "crianza con apego", dice que todos los chicos tienen apego ya que es una necesidad básica del ser humano (salvo casos graves muy excepcionales). El apego puede ser seguro o inseguro. Se puede colechar, dar teta y tomar mucho en brazos y que nuestro hijo tenga igual un apego inseguro. Eso solo no basta. Como padres, lo importante no es que hagamos todo bien todo el tiempo, sino lo que hacemos y decimos la mayoría de las veces. No está de acuerdo con que los chicos se puedan "traumar para el resto de la vida". Yo creo que busca desculpabilizar a los padres y alentarlos a mejorarse cada día, lo cual veo muy bien, pero no estoy de acuerdo con que todo de lo mismo (él dio el ejemplo del método Estivil y de hecho hay estudios que demuestran que sí afecta negativamente el cerebro de los bebés, pero ese es otro tema). El apego seguro, por supuesto, es lo mejor y da una idea a nuestros hijos de cómo funciona el mundo. Un bebé pensaría: si lloro y me hacen caso (brazos o palabras o como sea), el mundo es mejor, yo soy más feliz. La actitud responsiva ante las necesidades de nuestros hijos contribuye a lograr el apego seguro.

Tema premios: otro de los pilares de esta conferencia. Para él los premios son inútiles. Los incentivos, está demostrado, no funcionan para modificar conductas. ¿Qué damos como premio? ¿Cosas malas que normalmente prohibiríamos? No tiene sentido. ¿Cosas buenas como un paseo compartido o un regalo? Hay que darlas igual. No es ético decir: "vamos al zoológico porque te sacaste un 10" si de todos modos iríamos porque es sábado y queremos pasar un tiempo juntos en familia. "Los premios degradan la calidad moral del acto. Le dices que no estás confiando en él". Hay que hacer las cosas porque son buenas, deseables, importantes, etc. No porque vayan a premiarme. "Los premios sorpresa sí funcionan, pero degradan la calidad moral de TU acto."

Los castigos, por su parte, tampoco sirven para nada. Uno no obedece más o menos, se sienten injustos, suelen redundar en rebeldía o sentimientos negativos. Los elogios, por otra parte, tampoco son buenos en sí. Los elogios a la persona disminuyen el rendimiento. Si digo a mi hijo que es un excelente dibujante cada vez que dibuje sentirá la presión de tener que cumplir y correrá el riesgo de "fallar". Y debería dibujar porque le gusta, como un desafío, no para cumplir con nadie. Los elogios al resultado a veces son buenos pero también pueden ser negativos: si sólo dibuja para ver el resultado se pierde la diversión del proceso. En cambio, los elogios al proceso sí son buenos. Valorar el esfuerzo, alentar las ganas. Esto se hace hablando, en el ejemplo anterior, de los detalles del dibujo, comentando los colores, poniendo atención. No es lo mismo decir "qué lindo dibujo" y seguir en tus cosas que decir "me encanta este color verde, ¿cómo hiciste para pintar el cielo?, qué lindas son las flores, tienen pétalos amarillos". Los chicos notan que estamos prestando real atención.

Carlos González finalizó su conferencia dando aliento a los padres: "Hacemos decenas de cosas bien (...) hacemos más cosas buenas que malas espontáneamente" y para cerrar dio un listado de acciones que nos ayudan, como padres, a enfocarnos en aquellas cosas realmente importantes. Les dejo el detalle.





2 comentarios:

  1. Bravo otra vez Noelia!!!! Excelente!!!! No recuerdo la explicación que dio de porqué los premios sorpresa degradan el valor moral de nuestros actos, por qué era?

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  2. Hola Blanki! Él lo decía en el sentido de: viste que tu hijo hizo algo bueno y deseable., y entonces le das algo (que de todos modos se lo darías porque te da felicidad o ilusión) como "premio" a esa acción, esperando que la repita. Está degradando un gesto que en realidad sale del corazón convirtiéndolo en una recompensa para lograr fines. Yo lo veo también desde el ángulo "adiestramiento". Si pensás que los premios y castigos surgen con el conductismo y son usados especialmente para adiestrar animales es bastante notorio que no son moralmente aceptables para educar personas. No? Gracias por tus comentarios!

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