Foto: Kambrosis |
Como doula tengo el privilegio de acompañar mujeres en sus maternidades. Embarazos, partos, puerperios, lactancias y crianzas. Todas experiencias distintas. Todas vivencias significativas.
Esta semana me encuentra contrariada. Dos historias totalmente distintas que me enfrentan a una pregunta incómoda. ¿Las madres no tenemos derecho a sentir?
Una mujer que se dice "tonta" por no haber sanado una probable (inne)cesárea. Que meses después todavía no puede poner en palabras tantos recuerdos confusos y una pila de emociones contradictorias. Se siente sola, incomprendida, torpe, anormal. "Hay que estar feliz". "Hay que agradecer que el bebé es sanito". "Hay que seguir adelante".
Otra mujer llora sin control cuando descubre que perdió un embarazo de pocas semanas. Sólo sabe que le duele. Del otro lado encuentra miradas pedantes, frases vacías y la horrible sensación de estar haciendo todo mal. "Qué suerte que fue ahora". "Pensá en tus otros hijos". "Mejor antes que después".
Y el vacío.
La espantosa y desoladora certeza de no encajar.
De soledad.
¿Las madres no tenemos permiso para llorar?
¿Las madres no podemos sufrir?
¿Quién puede decirle a otro ser humano qué sentir?
¿Quién puede ser tan soberbio de creer que tiene derecho sobre las emociones de otra persona?
Si alguien sufre por una causa que me parece menor... ¿entonces ese sufrimiento vale menos? ¿Esas lágrimas son menos amargas? ¿Ese dolor es menos devastador?
Pareciera que las madres no tenemos derecho. Que la rueda debe seguir girando a cualquier precio. Pero no.
Las mujeres madres también sufrimos.
Que se enteren los ecografistas indiferentes, las eminencias médicas, los vecinos metidos, los amigos bienintencionados y también la familia.
Se puede sufrir por un parto violento aunque hayan pasado años. Se puede llorar una pérdida de 10 semanas aunque nos hayamos enterado ayer. Se puede odiar estar embarazada aunque sea nuestro mayor deseo.
Todas las emociones valen. Y necesitan reconocimiento y apoyo. Una sociedad que descuida a sus madres es una sociedad destinada a la violencia y al desamor.
¿Esa es la sociedad que queremos?
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