Sabemos que la posición correcta para portear (aquella que es ergonómica, respetuosa y segura) requiere de que el bebé se encuentre con las piernas flexionadas y abiertas en un ángulo de 100°, la cola más abajo que las rodillas, la espalda levemente curvada, las vías respiratorias despejadas y demás. Los fisioterapeutas la recomiendan, incluso ahora algunos pediatras se han sumado a la "cruzada" en su defensa.
Esta posición tiene, por supuesto, un sentido fisiológico que depende del desarrollo evolutivo del ser humano. Con ella evitamos forzar innecesariamente al bebé con posturas inadecuadas para su edad.
¿Sabías que las mochilas colgonas (las más conocidas y ampliamente comercializadas) no respetan esta posición ni tampoco cuidan el cuerpo del adulto?
¿Sabías que las mochilas colgonas (las más conocidas y ampliamente comercializadas) no respetan esta posición ni tampoco cuidan el cuerpo del adulto?
Hoy tenemos suficiente evidencia para afirmar que las colgonas no son adecuadas. ¿Pero qué pasa realmente cuando usamos una? Para responder esta pregunta decidí probarla yo misma.
¿Qué conclusiones saqué? Les cuento algunas:
1. Es muy incómoda para quien portea. El peso recae sobre las angostas tiras, muy cerca del cuello. Luego de un corto rato comienza a sentirse molestia también en la cintura ya que tampoco cuenta con cinturón, distribuyendo el peso de muy mala manera.
2. Tiene demasiadas hebillas y ajustes. En el modelo que yo probé conté 8 hebillas (contra 2 de una mochila ergonómica).
3. No es nada cómoda para el bebé. Apenas coloqué a mi hijo (acostumbrado al porteo ergonómico) empezó a patalear, enojado. Su peso recaía en el área genital y la espalda estaba comprimida dentro del respaldo rígido. Bastaron pocos segundos para que se quisiera bajar.
4. Es calurosa. La estructura es plástica y rígida, y se interpone entre ambos cuerpos. Se siente extraño incluso cuando está vacía.
5. La altura es inadecuada. Si colocara a un bebé como indica el fabricante (3.5 kilos para comenzar) quedaría totalmente hundido en la estructura. Incluso un bebé de varios meses estaría demasiado abajo.
6. No da soporte a la cabeza. Si fuera un bebé pequeño, el soporte no sería adecuado ya que no ajusta el cuello. Si el bebé se durmiera tampoco tendría sostén y su cabeza caería de lado. Además, al no poder colocar al bebé en posición ergonómica dentro de esta mochila, sus cervicales quedan totalmente desprotegidas.
¿Pero podemos solucionarlo parcialmente si ya tenemos esta mochila? Sí. Pero únicamente para bebés que ya se sientan por sí mismos (con esto nos aseguramos que su cadera y columna ya estén lo suficientemente maduras). Y, por supuesto, a esa altura sabemos con certeza que ya mantiene erguida su cabeza.
Para mejorar la postura lo que hacemos es tomar una tela (pashmina, pañuelo, cualquier tela larga) y la atamos bajo la colita del bebé, abriendo las piernas y subiendo las rodillas. Luego la atamos en la espalda.
De todos modos, y aunque el fabricante asegure lo contrario, el peso de un bebé de más de 10 kilos nos va a incomodar mucho. Pero tal vez para cortas distancias nos pueda ser de ayuda.
Sin lugar a dudas, la mochila ergonómica (o cualquier otro portabebé adecuado) gana en todos los aspectos: comodidad, seguridad, suavidad, sencillez, frescura, sustentabilidad y mucho más. El porteo seguro requiere de nuestra consciencia e información, ¡difundamos!
Como dice mi formadora, Noe de Micomeu: ¡Buen porteo!
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