lunes, 19 de enero de 2015

Mochila ergonómica VS mochila colgona

Sabemos que la posición correcta para portear (aquella que es ergonómica, respetuosa y segura) requiere de que el bebé se encuentre con las piernas flexionadas y abiertas en un ángulo de 100°, la cola más abajo que las rodillas, la espalda levemente curvada, las vías respiratorias despejadas y demás. Los fisioterapeutas la recomiendan, incluso ahora algunos pediatras se han sumado a la "cruzada" en su defensa.





Esta posición tiene, por supuesto, un sentido fisiológico que depende del desarrollo evolutivo del ser humano. Con ella evitamos forzar innecesariamente al bebé con posturas inadecuadas para su edad.

¿Sabías que las mochilas colgonas (las más conocidas y ampliamente comercializadas) no respetan esta posición ni tampoco cuidan el cuerpo del adulto?

Hoy tenemos suficiente evidencia para afirmar que las colgonas no son adecuadas. ¿Pero qué pasa realmente cuando usamos una? Para responder esta pregunta decidí probarla yo misma.

¿Qué conclusiones saqué? Les cuento algunas:

1. Es muy incómoda para quien portea. El peso recae sobre las angostas tiras, muy cerca del cuello. Luego de un corto rato comienza a sentirse molestia también en la cintura ya que tampoco cuenta con cinturón, distribuyendo el peso de muy mala manera. 

2. Tiene demasiadas hebillas y ajustes. En el modelo que yo probé conté 8 hebillas (contra 2 de una mochila ergonómica). 

3. No es nada cómoda para el bebé. Apenas coloqué a mi hijo (acostumbrado al porteo ergonómico) empezó a patalear, enojado. Su peso recaía en el área genital y la espalda estaba comprimida dentro del respaldo rígido. Bastaron pocos segundos para que se quisiera bajar. 

4. Es calurosa. La estructura es plástica y rígida, y se interpone entre ambos cuerpos. Se siente extraño incluso cuando está vacía.

5. La altura es inadecuada. Si colocara a un bebé como indica el fabricante (3.5 kilos para comenzar) quedaría totalmente hundido en la estructura. Incluso un bebé de varios meses estaría demasiado abajo. 

6. No da soporte a la cabeza. Si fuera un bebé pequeño, el soporte no sería adecuado ya que no ajusta el cuello. Si el bebé se durmiera tampoco tendría sostén y su cabeza caería de lado. Además, al no poder colocar al bebé en posición ergonómica dentro de esta mochila, sus cervicales quedan totalmente desprotegidas.

¿Pero podemos solucionarlo parcialmente si ya tenemos esta mochila? Sí. Pero únicamente para bebés que ya se sientan por sí mismos (con esto nos aseguramos que su cadera y columna ya estén lo suficientemente maduras). Y, por supuesto, a esa altura sabemos con certeza que ya mantiene erguida su cabeza.

Para mejorar la postura lo que hacemos es tomar una tela (pashmina, pañuelo, cualquier tela larga) y la atamos bajo la colita del bebé, abriendo las piernas y subiendo las rodillas. Luego la atamos en la espalda.

De todos modos, y aunque el fabricante asegure lo contrario, el peso de un bebé de más de 10 kilos nos va a incomodar mucho. Pero tal vez para cortas distancias nos pueda ser de ayuda.

Sin lugar a dudas, la mochila ergonómica (o cualquier otro portabebé adecuado) gana en todos los aspectos: comodidad, seguridad, suavidad, sencillez, frescura, sustentabilidad y mucho más. El porteo seguro requiere de nuestra consciencia e información, ¡difundamos!

Como dice mi formadora, Noe de Micomeu: ¡Buen porteo!


miércoles, 14 de enero de 2015

Lactancia y Trabajo: Amamantar no es un privilegio, es un derecho


La lactancia es una de las principales preocupaciones de una madre que amamanta y vuelve a trabajar. ¿Cómo compatibilizo ambas cosas? ¿Puedo seguir dando la teta? ¿Me voy a quedar sin leche?

En este post, que toma como fuente la información brindada por el Ministerio de Salud de la Nación (Argentina), les cuento todo lo que necesitan saber para tener una lactancia exitosa aún trabajando.

  • Amamantar es un derecho. Recordá que la lactancia está protegida gracias al Artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo por lo cual cada madre con un hijo menor a 1 año tiene derecho a dos descansos diarios de media hora cada uno, por día. Si el niño no está cerca se pueden sumar ambos descansos y trabajar una hora diaria menos.
  • Adelantate. No esperes el regreso al trabajo, asegurate previamente de contar con un espacio higiénico donde extraerte leche. Aprendé con tiempo a usar el sacaleche (o a realizar extracción manual), aprovechando esas extracciones para hacer tu propio banco de leche materna.
  • ¿Cómo conservar la leche? Usá cualquier recipiente apto para alimentos, con tapa. Rotulá el envase con la fecha, para usar luego siempre la leche que te sacaste primero. La leche se conserva 8 horas a temperatura ambiente (menos de 27°), hasta 3 días en la heladera (nunca en la puerta), hasta 2 semanas en congelador y hasta 6 meses en freezer.
  • ¿Cómo entibiar la leche? La mejor forma de calentarla es dentro de un recipiente con agua caliente o bajo la canilla. No la hiervas ni uses el microondas. Podés usar un calentador de mamaderas.

Son muchos los motivos para seguir amamantando, la leche materna es el mejor alimento para tu bebé porque tiene todo lo que él o ella requiere y en las cantidades exactas. Lo protege de infecciones (intestinales, neumonías, bronquiolitis, otitis  y otras), disminuye enfermedades como asma, diabetes, celiaquía, alergias y muchas más. También reduce el riesgo de anemia y obesidad. Además, la madre se beneficia contra el cáncer de ovario y mama, la depresión post parto, la anemia, la hipertensión, la osteoporosis, la artritis y la obesidad.

Si tenés dudas acercate a cualquier Hospital o Centro de Salud o a un Centro de Apoyo a la Lactancia Materna como Fundalam o La Liga de la Leche. También podés llamar gratis al 0800-222-1002 (opción 7).

Activismo en el paritorio

Seguramente conocen la frase de Michel Odent que reza: "Para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer". Creo que este video lo ilustra muy bien. Comparto plenamente la visión de Jesusa.

Jesusa Ricoy es 'matriactivista'. Defiende el derecho de las mujeres a elegir cómo quieren parir y denuncia los casos de violencia obstétrica. No se pierdan esta entrevista mini documental.

jueves, 8 de enero de 2015

¿Cómo logro que mi hijo coopere en casa sin gritos ni amenazas?


Este post es una adaptación del libro Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen de Elaine Mazlish y Adele Faber, quienes escribieron algunos consejos luego de trabajar respetuosamente durante años con numerosas familias.

No se trata de consejos sobre "cómo criar" sino simplemente de tener herramientas eficaces que nos permitan comunicarnos mejor con nuestros hijos, dándoles el lugar que merecen como miembros de la familia, sin recurrir a patrones autoritarios y obsoletos. Los invito a seguir leyendo.

Una de las frustraciones inherentes de la paternidad es la cotidiana lucha para lograr que nuestros hijos colaboren con ciertas tareas domésticas, o bien ordenen sus pertenencias, o hagan sus deberes. Esto se debe a un conflicto de necesidades. ¿Y qué solemos hacer usualmente los padres para lograr colaboración en casa ante determinadas situaciones?

Algunos ejemplos de lo que suele ocurrir: Culpamos y acusamos ("estoy viendo las migas que dejaste en el sillón, siempre te digo lo mismo, ¿por qué nunca me escuchás?"). Usamos calificativos ("dejaste todo desordenado, sos un vago"). Recurrimos a amenazas ("la próxima vez que lo hagas te quedás sin computadora"). Damos órdenes ("acomodá tu cuarto ahora mismo"). Damos discursos y sermones (muy largo como para escribir un ejemplo, ¿verdad?). Los llenamos de advertencias ("te vas a caer/resfriar/quemar/etc."). Hacemos comentarios de mártir ("yo todo el día trabajando y ustedes me hacen esto"). Hacemos comparaciones ("tu hermano a tu edad lo hacía solo"). Usamos sarcasmo ("vos quedate ahí sentado, total no hay nada que me de más felicidad que ordenar todo tu cuarto sola"). Pronosticamos profecías ("si no aprendés eso ahora no lo vas a lograr nunca más").

¿Qué logramos con estos comentarios? ¿Qué sienten los niños? Sienten miedo, recurren a la mentira, sienten desprecio por sí mismos, ganas de desafiarnos, pueden sentirse humillados e incluso afectamos negativamente su autoestima. Nada bueno para lograr colaboración, ¿no creen?

¿Y cómo logramos cooperación real? Las autoras proponen algunas opciones:

1. Describiendo lo que vemos.
2. Dando información.
3. Diciendo todo con una sola palabra.
4. Hablando de nuestros sentimientos.
5. Escribiendo una nota.

1. En vez de: "Tu habitación es una mugre, sos un desordenado" diríamos "Hay ropa tirada y platos sucios en tu cuarto".
2. En vez de "¿Quién dejó afuera de la heladera la leche?"  podría ser "Si la leche está fuera de la heladera se pone fea".
3. En vez de "Te dije mil veces que antes de salir te pongas la campera, hace frío, te vas a resfriar y después quién te cuida, siempre lo mismo" podemos decir simplemente "Campera".
4. En vez de "Te estás portando mal, nunca más te traigo a una fiesta" decimos "Me pone muy nerviosa que corras en ese espacio donde hay tantos peligros, eso me da miedo".
5. Las notas son muy eficaces. Pueden incluir palabras de cariño, chistes y mucho más. Por ejemplo un recordatorio como "Hoy no salí a pasear y quiero ver a mi novia, no te olvides de mí. Firma: Tu perro".

¿Qué piensan de estas opciones? ¿Están dispuestos a probarlas?