lunes, 29 de diciembre de 2014

Los beneficios del porteo en vacaciones


Por aquí, en el hemisferio sur, estamos en plena época de vacaciones de verano. Mucha gente viajando con bebés y niños pequeños en micro, avión y otros medios de transporte. Si estás en esta situación este post es para vos.

Porque no sólo el traslado en sí es todo un reto, sino porque, vayamos donde vayamos, además necesitamos movernos, caminar y pasear. Y con bebés o niños menores de 3 años esta tarea no es nada fácil. ¿Verdad? Por supuesto, con el portabebé adecuado también se puede portear a niños aun más grandes.

Con mi familia estuvimos de vacaciones en Córdoba, Argentina. Viajamos en avión y ya en destino recorrimos las sierras y otros lugares hermosos donde sí o sí hay que desplazarse bastante. ¿Cómo solucionamos esto teniendo un hijo de 2 años? ¡Muy fácil! Con el porteo, claro.


Los chicos de esta edad quieren explorar, se dispersan, retroceden, juegan, etc. Al rato se cansan y piden brazos. O bien podemos estar en un espacio peligroso para que caminen. Por ejemplo, necesitamos recorrer un trayecto largo, con subidas y bajadas, con barrancas a los lados del camino, para llegar a un arroyo donde sí podemos dejar a los niños jugar sin restricciones. El portabebé nos ayuda muchísimo. Hacer ese mismo trayecto en brazos puede ser totalmente agotador. El porteo nos asegura: comodidad, seguridad, manos libres y, sobre todo, niños contentos.

En nuestras vacaciones nos hemos cruzado con muchas familias que llevaban cochecito. Muy incómodo para estos lugares. Las sierras y los cochecitos no son buenos amigos. Muchas veces, además, los bebés lloraban y terminaban en brazos, por lo cual el cochecito era un doble estorbo.


Y en el aeropuerto (o terminal) no hay mejor solución. Nos deja las manos libres para llevar pertenencias, nos asegura que el niño no se pierda en ninguna multitud, y es un gran aliado cuando se duermen. En este caso debemos sostener bien su cabeza (el cuello no debe moverse o caerse hacia atrás). Las mochilas ergonómicas tienen capucha para este fin, también muchos mei tai. Si usamos fular o bandolera podemos también cubrir sus cabezas.


Imprescindible: asegurarnos de tener un portabebé ergonómico. Para bebés que aun no se sientan solos (recién nacidos incluidos) lo ideal es un fular o una bandolera de anillas. Para los más grandecitos ya podemos usar también mei tai, pouch o bien una mochila ergonómica. Siempre en posición de ranita: las piernas abiertas, la cola más baja que las rodillas, la espalda levemente curvada (por eso las mochilas rígidas no son recomendables). Huyamos de las mochilas colgonas donde las piernas caen hacia abajo. Estas mochilas no son ergonómicas ni para el bebé ni para el que portea (dolores de espalda asegurados).

Si estás planeando tus próximas vacaciones: ¡no te olvides tu portabebé! Cualquier duda, aquí estoy. ¡Buenas vacaciones a todos!


viernes, 12 de diciembre de 2014

Educar sin premios ni castigos (por Justine Mol)

Foto: prezi.com

En este post reúno pasajes muy interesantes del libro Crecer con confianza, educar sin castigos ni recompensas, de Justine Mol. Me tomo algunas licencias poéticas para “argentinizarlo” y resumirlo un poco.

Nacida en los Países Bajos, Justine Mol es madre e instructora internacional de “Comunicación No Violenta”. Ha escrito varias obras sobre CNV aplicada a la educación.

Les dejo sus palabras, porque creo que pueden ayudar a muchas familias. Espero que así sea.

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He descubierto que las normas que vienen de arriba, cuando no existe un vínculo respetuoso entre las partes implicadas, sólo se pueden mantener con una continua “política” a base de premios y castigos.

A los niños se les puede poner normas a partir de los 3 años, aunque si las pactamos con ellos yo las llamaría más bien acuerdos.

¿Cómo educar sin castigar? 10 herramientas comunicacionales.

1. Disfrutá de las cosas: Cuando tu hijo hace las sumas bien u ordena su habitación, se siente orgulloso de sí mismo o satisfecho. Este placer aumenta si alguien comparte su alegría. Expresalo con palabras.

2. Laméntense juntos: Una niña que se peleó con una amiga se disgustará aun más si le decís algo como “¿cuándo vas a aprender a tener en cuenta lo que ella quiere?” Podés expresar el sentimiento y lamentarte con ella. La tristeza, como cualquier otra emoción, no es buena ni mala.

3. Expresá tu agradecimiento: Cuando tu hijo haga algo que te agrada decile Gracias. Expresar agradecimiento puede convertirse en un hábito. Nos ayuda a fijarnos en las cosas que enriquecen la vida y es una cálida y feliz alternativa a decirle “Qué bueno sos”.

4. Expresá cómo te sentís: Decile lo que sentís y qué es lo que te gustaría que hiciese empezando el mensaje con la palabra “creo”.

5. Fijate en el efecto que producen las acciones o las palabras de tu hijo: Los adultos sólo nos fijamos en esto cuando un niño molesta a alguien. Hagámoslo también cuándo haga algo bueno. “Mirá la cara de tu amiga porque le diste la mitad de tu galletita. ¡Qué feliz está!”

6. Mostrá interés: Hacelo tanto si tu hijo hace algo “bien” como “mal”. Mostrá interés por el motivo que lo impulsó a hacerlo. Interesate también por el después de un evento. De este modo mostramos interés en la persona, sin juzgar.

7. Sé claro al poner normas: Además, los niños estarán más dispuestos a seguir las normas de conducta si participan en su creación. Hacé que sean conscientes de los efectos que produce su conducta y dales la libertad para desarrollar sus propios valores éticos. Limitá la cantidad de normas que les ponés.

8. Haceles sugerencias: Si expresás tus ideas de cómo te gustaría que se comporten en forma de sugerencia no habrá ninguna razón para castigarlos ni premiarlos.

9. Tené en cuenta sus necesidades: Sea lo que sea que un niño haga o diga, lo hace para satisfacer una necesidad en particular. Un castigo o un premio es el resultado de nuestros juicios de valor e ignora las necesidades de un niño. Observá la necesidad que se esconde en sus palabras o sus acciones.

10. Sé un ejemplo: Los niños buscan formas de ser felices y hacer felices a los demás. Ayudalos a integrarse siendo un ejemplo.


Durante siglos, tanto los padres como los profesores han intentado educar a los niños como soldaditos marchando a sus órdenes. Espero que después de leerlo esto también elijas recurrir menos a los premios y castigos para que cada niños pueda desarrollar su propia manera de ser.

Justine Mol

viernes, 5 de diciembre de 2014

13 razones para decirle NO al "Duérmete Niño"

Foto: Evolutionary parenting

Si bien creo que el "Duérmete niño" (también conocido como método Estivill o Ferber) no debería ser jamás aplicado por razones de tipo ético en este post Laura Perales Bermejo, psicóloga infantil especializada en prevención y crianza, reúne 13 argumentos en su contra. 

Para quienes no conozcan el método, y resumiendo, podríamos decir que es un adiestramiento que pretende "enseñar a dormir a los bebés y niños" (sic) que se basa en dejarlos solos en su habitación, aun cuando lloren. Sí, seguramente han oído a alguien decir que "hay que dejarlos llorar hasta que se duerman".

A continuación les dejo las palabras de Laura.


Suele decirse que no hay estudios que demuestren que el "método Estivill" sea dañino. Esto es falso. Hay infinidad de evidencia científica que demuestra que es dañino.

Lo que sabemos es:

1) Que un niño solo en su cuna, llore o no llore, está segregando cortisol. Esto se ha demostrado con estudios en saliva midiendo el cortisol (hormona del miedo y el estrés), la cantidad segregada llorase o no el niño era la misma (aspectos perinatales en el neurodesarrollo infantil de la Doctora en Psiquiatría Ibone Olza).

2) Que esa segregación de cortisol provoca cambios cerebrales. Daña las conexiones neuronales y, de hecho, incide directamente dañando los procesos de aprendizaje y memoria que se localizan en el hipocampo, que se atrofia con el cortisol. La amígdala, que controla el miedo y la ansiedad, se agranda. Con lo cual, en un cerebro en desarrollo, lo que tenemos es una amígdala monstruosa que va a segregar cada vez más cortisol y va a predisponer a esa persona a sufrir ansiedad y depresión toda su vida. Y un hipocampo atrofiado, lo cual significa que esa persona va a tener afectados los procesos de aprendizaje y memoria. Se puede consultar el estudio de la Washington University School of Medicine de Saint Louis, donde además se contrastó que el cerebro de niños de 3 años difería en tamaño y funciones si el niño había recibido esa atención o no. Los niños que no la habían recibido tenían un hipocampo (como comento, clave en los procesos de aprendizaje, memoria y gestión del estrés) significativamente menor. Serán niños menos inteligentes y más propensos a la violencia y la falta de empatía. También se está predisponiendo a ese bebé a deficiencias en el funcionamiento del sistema inmune, osteoporosis, posibilidad de anorexia nerviosa, síndrome de Cushing, incremento de la presión sanguínea, entre otros.

3) Que la Teoría del Apego (ampliamente contrastada y respaldada por la comunidad científica, para más información consultar los autores Bowlby, Fonagy, Ainsworth, Marrone, Rygaard) tiene mucho que ver en esto, ya que el apego se construye en base a la respuesta a las necesidades del bebé y el niño. Hay conductas de apego como el llanto, la sonrisa, la mirada, etc, que son puramente instintivas, preprogramadas y están destinadas a mantener la cercanía de la figura de apego para sobrevivir. Para sobrevivir, no para manipular. El tipo de apego que se vaya formando, que depende de esa respuesta que demos a las necesidades del niño, condiciona toda nuestra vida: las relaciones de pareja, de amistad, laborales e incluso la relación con nosotros mismos y con la vida en general. Y precisamente por la noche es cuando más conductas de apego, por lo general en forma de llanto, se encuentran, precisamente para sobrevivir, porque un bebé (o un niño pequeño) no tiene la capacidad cerebral para razonar aún, se encuentra en el polo instintivo.

4) Que desde la concepción hasta el primer año tras el parto, el bebé está desarrollando el cerebro primitivo, lo vegetativo, lo instintivo. Es lo que se conoce por período crítico biofísico, la etapa en la que más daño psicológico puede sufrir un ser humano. Son las bases de lo que vamos a ser toda nuestra vida. Si se gesta un apego seguro, el niño crecerá desde la seguridad y la autoestima. Desde el año de vida a los 3 años se desarrolla el cerebro medio, límbico, lo emocional (también importantísimo porque esa etapa condiciona su emocionalidad de por vida) y no es hasta los tres años cuando se desarrolla el cerebro superior, lo cortical, lo que nos permite razonar y realizar operaciones cognitivas de tipo superior como engañar, manipular, ponerse en el lugar de otra persona… Esto es algo básico en psicología y pedagogía. Se llama Teoría de la Mente. Por lo tanto es imposible que un bebé manipule o pida las cosas por capricho. Son necesidades básicas, conductas preprogramadas e instintivas, destinadas a mantener la cercanía de la figura de apego para sobrevivir. Un bebé no sabe que estamos en el siglo XXI. Él es instinto, lo cual quiere decir que percibe lo mismo que nuestros ancestros: si no demando esa cercanía o que cubran mis necesidades, moriré de hambre, frío o a manos de un depredador. El no atender el llanto o las necesidades del bebé trae consecuencias psicológicas graves como, por ejemplo, una posible estructura psicótica.

5) Que somos una especie altricial, lo cual significa que nacemos inmaduros y dependientes de nuestra madre. De hecho, somos la especie más inmadura de todas. La gestación del ser humano no finaliza con el parto (se puede consultar a Ashley Montagu, por ejemplo). Otros mamíferos nacen y ya andan, incluso los simios antropoides son capaces de aferrarse al pelo de su madre. Nosotros ni eso. Que seamos una especie tan dependiente viene propiciado por la evolución durante la prehistoria, debido a la bipedestación del ser humano, que trae como consecuencia el estrechamiento del canal del parto y, por tanto, para poder nacer, necesariamente se reduce el volumen craneal y cerebral del feto. Por eso nacemos tan inmaduros. Y por eso, más que ninguna otra especie, necesitamos el cuidado y la cercanía de la madre, de día y de noche. La dependencia en los primeros años es natural y sana. De hecho el vivir esta dependencia sobre todo los 3 primeros años, es lo que propicia que luego haya una independencia gradual y real, que de otro modo no existe.

6) Que un bebé tiene un patrón de sueño diferente al del adulto, al igual que cuando somos ancianos también es distinto. El patrón de sueño del bebé implica múltiples despertares para sobrevivir, ya que eso garantiza la cercanía de la madre. Por ello dejar a un bebé en su cuna para que “aprenda” a dormir (ya sabe hacerlo, con el patrón correspondiente a su edad) es tremendamente dañino, ya que implica un patrón de estrés que se convierte en crónico. De hecho sienta las bases para la depresión, la ansiedad y multitud de patologías futuras.

7) Que el contacto físico y emocional es una necesidad básica. De hecho en los experimentos de Spitz con niños institucionalizados quedó patente este hecho: los niños que, pese a tener el resto de necesidades básicas cubiertas (comida, abrigo, etc), no recibían contacto, enfermaban gravemente, desarrollaban patologías y en un altísimo porcentaje incluso llegaban a morir. Los experimentos de Harlow con monos Rhesus demostraron que los monos preferían permanecer junto a una madre artificial cálida y con pelo a la que poder abrazarse que junto a una madre de alambre que proporcionaba alimento. Ante una amenaza los monos acudían a la madre de pelo para protegerse e incluso amenazar al elemento atacante, mientras que los monos que no habían tenido nunca esa madre de pelo, se limitaban a encogerse en el suelo presa del miedo y la desesperación. El contacto, la presencia, el afecto y la atención de las necesidades básicas de un bebé o niño, siendo la principal el afecto, moldean la formación del yo. En los casos en los que el afecto y la respuesta a la demanda no se dan, el yo no suele formarse, quedando un cascarón vacío. Y si no hay un yo, no hay otros en contraposición, con lo cual no hay empatía ni tolerancia. Todo esto, repito, se acrecienta de noche y cuando no se responde adecuadamente a una conducta de apego como es el llanto.

8) Que al no responder a la demanda del bebé se produce lo que se conoce como indefensión aprendida, ampliamente contrastado (Seligman, con estudios en animales y también sus réplicas posteriores en humanos). La indefensión aprendida, explicado en llano, consiste en que el niño se resigna, se rinde, deja de demandar porque haga lo que haga no van a atenderle y eso viene de la mano, de nuevo, del cortisol, de la depresión, de la ansiedad, de las pesadillas, de los terrores nocturnos, de los problemas de sueño, etc.

9) Que el método equivaldría a encerrar a un adulto en una habitación de la que no pudiese escapar mientras se inunda, o se introduce una fiera salvaje o se prende fuego. Y mientras gritase y pidiese auxilio de modo desesperado, sus seres queridos permanecerían impasibles en otra habitación acudiendo de tanto en tanto a decirle que no pasa nada y que es hora de dormir. Esos adultos serían considerados víctimas y seguramente tratados por trastornos de estrés postraumático. El acto sería visto como atroz.

10) Que un bebé hasta que tiene 6 meses no percibe que es un ser separado de la madre. Al separarle de manera continuada, como al aplicar el método Estivill, se produce una escisión del yo, el bebé no puede soportar la realidad y se forma una realidad paralela que se corresponde con lo psicótico. De hecho el yo se forma en base a la progresiva separación del cuerpo de la madre (porque es el cuerpo donde han estado 9 meses durante el embarazo) en lo que se conocen como las relaciones objetales, desde que nace hasta los 3 años de edad. Si esto no se produce, no hay formación del yo (lo cual está asociado a la estructura psicótica cuando son bebés y más adelante a la border line) Referencias: Winnicot, Malher, Spitz.

11) Que evidentemente el "método Estivill" facilita que la lactancia materna desaparezca, por mucho que se diga que no. Esto es básico: si un bebé no mama se deja de producir leche. Si no mama en toda la noche, va a ir desapareciendo esa lactancia materna.

12) Que Ferber, médico del que parte este método, es un científico serio. Una muestra de ello es que se RETRACTÓ a raíz de la multitud de evidencias científicas que demostraban lo dañino del método.

13) Que el libro del señor Estivill no tiene ni bibliografía, ni citas, ni da referencias y es un libro divulgativo sin más. De hecho, el libro no lo escribe él (que por cierto, no es pediatra, sólo hizo algunas prácticas), ni el método es suyo, ni hay nada que lo respalde. Este señor no es científico, no es pediatra y no ha realizado ni un solo estudio válido.

Concluimos que el problema aquí es del lenguaje que utilizamos. El bebé no tiene que aprender a dormir. Ya sabe. Somos nosotros los que queremos dormir, algunos a costa de la salud mental y física de sus hijos sabiendo lo que hacen, otros, pensando que hacen lo mejor para ellos simplemente por desinformación. Por eso es importante que los profesionales informemos de manera rigurosa sobre el tema.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Entrevista a Carla Di Pietro: "Los pediatras estamos en un lugar privilegiado para poder acompañar a las mamás en su camino de crianza"

Carla y Santiago

Carla Di Pietro tiene 34 años, es pediatra clínica y mamá. Cursó sus estudios médicos en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y su residencia en el Hospital de Pediatría SAMIC “Prof. Dr. Juan Pedro Garrahan” (hospital al que Carla guarda profundo cariño).

Actualmente trabaja en el ámbito público en el Hospital Zubizarreta donde realiza guardias y en el ámbito privado haciendo consultorio programado para el seguimiento de pacientes. Elige tener una actividad laboral reducida porque su prioridad ahora es su hijo Santiago, que tiene solamente 1 año y 10 meses.


Carla, muchas gracias por tu tiempo y por tener ganas de compartir tu experiencia profesional y maternal con nosotros. ¿Sentís que la maternidad te cambió la perspectiva como médica pediatra? ¿En qué aspectos?
Sin dudas que ser madre me cambió, no solo la visión de mi profesión sino la visión en muchos aspectos de mi vida. Gracias a la maternidad tengo más empatía con las mamás, puedo entender realmente sus preocupaciones o sus temores porque nuestros hijos son para cada una de nosotras algo muy importante (o lo más importante) en nuestras vidas. Escucho, logro ponerme en el lugar de esa mamá que esta frente a mi contándome su duda o problema o, por qué no, sus logros (o el de sus hijos).

Por darte un ejemplo antes si una mamá venía a la madrugada por presentar un cuadro febril que apareció 10 minutos atrás no lo podía entender, no llegaba a comprender por qué tanta urgencia. Desde que soy mamá puedo comprenderla. Lo mismo me sucede con ciertas cuestiones en el consultorio con temas del desarrollo o con cuestiones referidas a la lactancia, por darte ejemplos. Las entiendo. Tengo más paciencia y tolerancia. Tampoco creas que antes era un monstruo, pero había un cierto límite en esa empatía o en ese escuchar.

¿Cambiaste de opinión o enriqueciste tu mirada sobre algún tema?
Principalmente con las cuestiones de crianza. Amo profundamente esto que hoy llamamos crianza con apego, que es en definitiva la crianza que nos nace a la mayoría de las mamás al tener a nuestros hijos en brazos desde el primer momento. 

Durante muchos años atrás esta crianza instintiva fue violentada y modificada por conceptos equivocados brindados a las familias por opinólogos, por psicólogos, por docentes y por colegas médicos, etc. Muchos de esos conceptos equivocados están en los libros, están presentes desde el inicio en tu formación profesional; entonces cuando te encontrás con una mamá que practica colecho, por ejemplo, creés que la equivocada es la madre y no te das cuenta de que lo equivocado está en ese concepto milenario aprendido, vaya a saber creado por quién. 

Esa diferencia, entre el concepto erróneo repetido como lorito y la realidad lo lográs ver cuando sos madre, cuando el cuerpo y, sobre todo, el alma te piden ese contacto único con tu bebé. Entonces comprendés, ayudás y fomentás esas rutinas en otras díadas madres-hijos porque sabés en carne propia que son sumamente importantes para el vínculo, para el desarrollo global y pleno de los niños. No hay nada mejor que una mamá brindándose 100% sin restricciones, sin pensar en el que dirán ni en la mirada del otro, haciéndose cargo de esos sentimientos tan particulares que surgen con la maternidad (que, por otra parte, solo otra mamá es capaz de transmitir y entender).

Lo bueno es que si queremos darle un marco científico a esto, ya sabemos, gracias a los muchos trabajos científicos actuales, que estas prácticas (por llamarlas de algún modo) de la crianza con apego están avaladas y que brindan muchísimos beneficios al niño y a la familia, y que no son solo cuestiones basadas en meras opiniones, como sí sucede con los conceptos añosos que antes comentaba (esto deja más tranquilos a algunos escépticos en este tipo de crianza).

Los padres solemos hacer muchas preguntas al pediatra. Y muchas veces no tienen que ver con lo médico sino con cuestiones de crianza. ¿Te metés en esos temas? ¿Qué temas preferís evitar?
Sí, claramente amo poder ayudar en cuestiones de crianza. En madres primerizas, sobre todo, suelo adelantarme en comentarles ciertas cuestiones. Muchas veces desconocen o están temerosas de que el médico se enoje o las rete si preguntan algo fuera de esos conceptos viejos de crianza que tienen muchos marcados a fuego y que se transmiten casi como regla luego de cada parto. Por eso es tan importante charlar estos temas en las consultas, porque derriban conceptos viejos e inútiles y mitos populares.

Cuando le decís a los padres que pueden auparlo todo el tiempo que quieran, que la leche materna siempre alimenta, que lo mejor para el bebé (y para la mamá) es la lactancia exclusiva y prolongada, que el colecho seguro aporta muchos beneficios, que no deben dejarlo llorar para que aprenda, etc., estos mismos padres suelen sonreír de oreja a oreja porque se sienten comprendidos y “habilitados” a poder hacer eso tan natural que quieren hacer. Por suerte cada vez somos más los que vamos por esta hermosa línea del apego y del respeto por el niño y las familias.

Te definís a favor de la crianza con apego o crianza respetuosa. ¿Quiénes serían tus referentes?
Uno de los autores que me hizo conocer en mayor profundidad este tipo de crianza es el Dr, Carlos González. Lo conocí a días de haber tenido a Santiago cuando estaba muy hormonal en mi puerperio y queriendo encontrar estrategias para poder dormir aunque sea 3 horas seguidas. Fue así que me fui metiendo en sus palabras, leí en él lo que yo estaba sintiendo y entendí que mucho de lo que yo sentía y quería hacer era correcto sentirlo y hacerlo, y no reprimirlo.

Ese fue el puntapié para querer trasmitir esta crianza, para querer hacer bandera de la misma en mi profesión y en mi vida diaria. Escucho a las madres y aprendo tanto, hay tantos conceptos que ir cambiando y, por sobre todo, hacer entender que aunque la familia, amigos, vecinos o el quiosquero opinen en contra (aunque sean bienintencionados) lo importante es escucharse y seguir haciendo lo que el instinto nos marca

Los pediatras, como otros profesionales de la salud, estamos en un lugar privilegiado para poder acompañar a las mamás con sus bebés en su camino de crianza.


Cuesta el cambio, pero lo vamos logrando, no sé en cuanto tiempo pero vamos a marcar un cambio favorable en las próximas generaciones. A veces se siente que se pelea contra molinos de viento, pero lo bueno es que también se escuchan “ladridos” lo que significa que es señal de que cabalgamos, ¿no?


Para contactar a Carla Di Pietro: carla_dipietro@hotmail.com

jueves, 20 de noviembre de 2014

Maternar en la era del plástico

Es una tarde como cualquiera: una tarde de un día como tantos. Camino por Avenida Cabildo en el barrio de Belgrano, en plena Ciudad de Buenos Aires, intentando esquivar el caos de tránsito y el océano de gente. Casi sin darme cuenta me encuentro frente a una marquesina plagada de fotos familiares. Es impactante, mide varios metros y cubre toda una esquina. Imágenes de hermanos jugando, bebés en brazos, padres sonrientes. Bajo la vista y me doy cuenta de que estoy frente a un hipermercado de artículos para bebés. En la marquesina veo un bebé rozagante durmiendo al lado de su mamá y me quedo pensando. Algo me hace ruido. ¿En este local no venden cunas funcionales y cochecitos? Sigo caminando, sintiendo todavía ese sabor agridulce y, de pronto, me vienen a la cabeza las palabras de Casilda Rodrigáñez. "Cuando la criatura nace, se la priva del cuerpo a cuerpo con la madre. (...) El cuerpo a cuerpo con la madre es un estado fisiológico y psíquico. (...) Pero este proceso, en lugar de fluir y expandirse, se corta de raíz al separar a la criatura de la madre nada más nacer; en ese momento tan importante del que depende el desarrollo del ser humano." No sólo Casilda lo dice. Son muchos los autores que han teorizado sobre la separación que sufren los bebés en Occidente. Jean Liedloff lo describió en su obra El concepto de continuum. “El bebé que está pegado al cuerpo de su madre (…) vive el ahora en estado de beatitud; en cambio, el bebé que no está en contacto con el cuerpo de su madre lo vive en un estado de un vivo deseo insatisfecho en medio de un inhóspito universo vacío.” Los bebés occidentales son los únicos en pasar tanto tiempo separados del cuerpo de su madre. Me vuelve el recuerdo de la vidriera del hipermercado y pienso en el ajuar del bebé. Prácticamente una colección de objetos que, con suerte, usaremos poco y nada. Tanta gente preocupada por qué cochecito vas a comprar y nadie que te diga que tu bebé va a demandarte diferentes cosas, pero que ninguna de ellas (paradójicamente) será una cosa.

Nuestro modo de vida actual tiene características muy poco favorables a la crianza. Desde el espacio público que nos rodea hasta el mainstream del que, mal que nos pese, somos parte. Cuando sos mamá tomás conciencia del conflicto que significa hacer uso de algunos lugares públicos acompañada de un bebé. No sólo eso. También te das cuenta de la soledad y el aislamiento que supone ahora tu espacio privado. Y, además, empezás a notar los consejos contradictorios, las teorías sin pies ni cabeza y lo lejos que está el “mundo real” de ese devenir en el que ahora estás inmersa. Un devenir primitivo, sin horarios, plagado de vaivenes y sinsabores; un devenir que te atraviesa y que poco tiene que ver con esa vorágine de la ciudad y con las publicidades de pañales. Porque las publicidades de pañales, con sus bebés perfectos que duermen 12 horas cada noche y se despiertan sonriendo, forman parte integral de ese mainstream.

Vivimos en un mundo consumista. Lo voy a denominar “La Era del Plástico”. Es casi increíble pensar que el ser humano ha producido más kilogramos de plástico en los últimos diez años que en todo el siglo XX. ¿Alguna vez pensaron que nunca antes en la historia los bebés tuvieron tantos artículos de plástico como hábitat? Artículos que, no tan casualmente, refuerzan esta separación de los cuerpos. Del mismo autor de "no le hagas upa porque se malcría" llega una legión de artefactos más o menos elaborados: andadores, sillitas, sillones vibradores, cochecitos, paragüitas, corralitos, huevitos, chupetes, mecedoras, andadores, y la lista sigue. No hablemos de los artículos altamente controversiales como las mamaderas que se colocan en la cuna y no requieren presencia humana, o los arneses y correas. Hablemos de todas aquellas cosas que los padres acumulamos en nuestras casas, tantas veces con la única función de juntar polvo y ocupar metros cuadrados.

Para que esta Era del Plástico triunfe, el consumismo tiene que comenzar en el inicio mismo de la vida. En el sanatorio donde nació mi hijo se supervisaba que todo bebé sea dado de alta y se vaya a casa adentro de su huevito. Sí, era un requisito indispensable. ¿Y quién no ha recibido un reto de una enfermera o médico por tener al bebé dormido sobre el pecho, en la cama del hospital? No, no, el deber ser indica que el bebé duerma en su “cuna” (un recipiente que, por lo menos a mí, me recuerda más a las bandejas que usan los carniceros que a un tierno moisés). Y si llora: “lo llevamos a la nursery para que la mamá descanse”. Poco interesan las necesidades afectivas de ambos en ese momento, la importancia del contacto piel a piel, la revolución hormonal, el puerperio inmediato, la correcta instauración de la lactancia, nuestras dudas y miedos. Ya habrá tiempo. “Hay que aprovechar la ayuda”. Y mejor que no nos encuentren dormidas con nuestros bebés en la cama. Porque pese a que las tendencias estén cambiando y haya sitios y libros donde se analizan los beneficios de dormir con nuestros hijos, la opinión pública mayoritaria sigue viendo con malos ojos el colecho. El colecho molesta y es juzgado, en lugar de tomarse como una decisión más dentro de cada familia. Sin lugar a dudas, el discurso imperante sigue siendo el de la separación. El bebé tiene que acostumbrarse a estar solo. A no pedir brazos. A separarse de la madre (cuanto antes, mejor). A dormirse por sus propios medios, como aconsejan las revistas sobre crianza más leídas. A fin de cuentas, el bebé tiene que acostumbrarse a no demandar precisamente lo único que necesita: presencia y contacto.

Tan convencida estoy de que este sigue siendo el pensamiento dominante que hace poco, mientras hojeaba una de estas revistas para padres, no pude dejar de sorprenderme con un aviso donde un bebé y su mamá se asomaban debajo de las sábanas de una cama de dos plazas. Sonreí sin darme cuenta, pero la sonrisa me duró poco. El aviso era de un cunero de plástico. Otra foto más abajo mostraba el móvil (muy colorido y equipado con animalitos y melodías) colocado en una cuna solitaria y vacía. Y la decepción fue entender que el amor y el contacto se reivindicaban desde la imagen, pero con el único fin de vendernos lo mismo: separación y plástico. La revista completa podría ser vista como un catálogo de objetos plásticos: claramente la industria de productos para bebés no tiene otra cosa para vendernos. Es entendible. La cercanía, el calor, el abrazo, el beso, la teta, el contacto, el arrullo, la familia... Eso no se puede diseñar, etiquetar, inventariar, distribuir, comercializar ni facturar. No lleva packaging con ositos, pilas ni instrucciones. No se importa ni exporta. No cuesta la mitad de tu sueldo. No se divide por marcas, ni tiene descuento con ningún banco. Y si bien por el momento no podemos evitar que la Era del Plástico nos siga vendiendo objetos; por lo menos podemos asegurarnos de que el amor y el contacto siempre prevalezcan por sobre todos ellos.

Esta nota es parte de la Edición N° 8 de la revista digital Maternar En Tribu.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Laura Perales Bermejo: "En vez de escuchar todos esos consejos deberíamos escuchar a nuestros hijos"



¿Quién es Laura Perales Bermejo?
Laura Perales Bermejo es española, mamá y psicóloga infantil especializada en prevención (Lic. en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid), Máster en Promoción de la Salud y Prevención Infantil y Máster en Crianza Ecológica y Prevención Psicosocial. Es además Presidenta de la Plataforma por la Crianza con Respeto (de la cual es parte Criando Pensamientos), miembro asociado de la Es.Te.r (Escuela Española de Terapia Reichiana) y está inscrita en la Plataforma Pro Derechos del Nacimiento. Su enfoque engloba la Psicología Reichiana, la Teoría del Apego y la Psicología Humanista.

Hola Laura, bienvenida a Criando Pensamientos. Gracias por prestarnos un rato de tu tiempo.
Tu sitio web se denomina Crianza Autorregulada ¿Cómo definirías brevemente este concepto y cuáles son sus beneficios?
Bueno, se llama así porque esta manera de criar se suele llamar comunmente "crianza con apego", pero es erróneo. Hay varios tipos de apego: apego seguro (que se correspondería con lo que se hace en este tipo de crianza) y apego inseguro (con varios subtipos del mismo). Incluso un maltratador está criando con apego. Inseguro, pero apego. Apego no significa amor, aunque esté implícito en el apego seguro, apego es supervivencia. Por eso es el triple de crudo ver como la gente ignora el llanto de un bebé que llora por instinto con el fin de mantener la cercanía de la figura de apego para sobrevivir. Hay mucha confusión con estos términos.

Además, la teoría del apego es sólo una parte y posterior a la verdadera raíz de todo esto, al padre de la crianza respetuosa: Wilhelm Reich. Reich ya hablaba (muchos años antes de que surgiese la teoría de apego) de embarazos sanos, partos naturales, no separación del bebé tras el parto, atender las necesidades emocionales del bebé y del niño, no negar las emociones y acompañarlas, respetar los procesos naturales de los niños...y precisamente de Reich, junto con su gran amigo Neill (Summerhill), surge el concepto de autorregulación, estar en contacto con uno mismo, saber lo que uno siente y demandar lo que uno quiere. Estar en contacto con lo vivo, porque aun no han conseguido matarlo en nosotros.


No me gusta hablar de "manera" de criar ni de beneficios, porque esto es criar...lo que llevamos haciendo durante la mayoría de nuestra historia como especie y por tanto lo que estamos preparados como especie para recibir. Lo otro, son modas (cunas, carritos, sillas de pensar...), y además son daniñas. Por eso tampoco me gusta hablar de beneficios, porque de ese modo normalizamos lo otro. Y no es eso, lo otro es perjudicial, esto es lo que debemos hacer, con las limitaciones propias de vivir en la cultura en la que vivimos y las circunstancias y mochilas personales, si, pero en la medida de lo posible, nos acercaremos todo lo que podamos a lo saludable. Sin buscar beneficios (aunque numerosos estudios indiquen que los hay). Porque criamos así por responsabilidad y ética, no buscando resultados.


¿Cómo llegaste a donde estás hoy, a ser una profesional dedicada a estos temas?
Llegué hasta aquí por varios motivos. El primero, que en la facultad de psicología, las cosas que veíamos como evidencias científicas, se corresponden con la crianza respetuosa. Pero a la hora de proponer tratamiento, no tenía nada que ver, y a mí eso siempre me chocó y me indignó, porque no puedes dañar a tus pacientes sólo porque los padres son los que pagan y buscan resultados (que no lo son) rápidos, sabiendo que el tratamiento propuesto pasa por encima de toda la evidencia científica sobre lo que entiende, pretende y necesita un niño.

El segundo, mi propia maternidad hace ya 5 años, ya habiendo finalizado la carrera. Como suele pasar, me puso más en contacto conmigo misma, con mi instinto, y comencé a buscar información y formación en esta línea. Desde entonces no he parado de formarme cada vez más, en psicología reichiana, teoría del apego, neurociencia... y seguiré formándome toda mi vida.


El tercero, la comprensión de la necesidad de un cambio en esta sociedad, que sólo es posible cambiando las cosas desde la raíz, desde la infancia. Poco a poco, generación tras generación, nos iremos acercando.

Como padres, ¿de qué modo podemos colaborar con la autorregulación de nuestros hijos?
Escuchándoles y observándoles. A veces, la respuesta a nuestra pregunta está delante de nuestras narices. Por ejemplo, si mi bebé llora en su cuna y se calma si duerme conmigo en la cama, el mensaje sobre lo que necesita el bebé (y lo que necesitamos como especie), está claro. En vez de escuchar todos esos consejos no pedidos con los que nos bombardean, deberíamos escuchar a nuestros hijos.

No interviniendo por sistema, olvidándonos de la compulsión a educar. La palabra educar ni siquiera debería existir, tendría que ser sustituida por la palabra acompañar.


Acompañando y acogiendo todas sus emociones, incluyendo la rabia, la tristeza y el miedo. El mensaje de que no me quieren o me rechazan cuando me enfado es muy peligroso. Si un niño se enfada, necesita comprensión y cercanía, igual que lo necesitaríamos nosotros.

Si hasta el momento no hemos aplicado ninguno de estos principios, ¿estamos a tiempo de cambiar de actitud? ¿De qué modo lo hacemos?
Siempre se puede compensar. Evidentemente, cuando más pequeñito sea el niño, más podremos hacer, más efectiva será la compensación, pero siempre puede hacerse. No sirve de mucho fustigarse con lo que hicimos en el pasado, porque además lo más común es que los padres actúen siempre pensando que hacen lo mejor para sus hijos. En ese momento teníamos esa información, ahora tenemos otra, y podemos hacer las cosas de otro modo y compensar lo anterior en la medida de lo posible.

Por ejemplo, si he aplicado métodos para aprender a dormir y ahora se que hacer eso daña la psique de mi bebé y hasta le daña físicamente a nivel cerebral, puedo comenzar a colechar. Si hasta el momento he reprimido la rabia de mi hijo pensando que hacía lo correcto, puedo comenzar a acompañarle y de paso, si ya tiene edad para entenderlo, puedo decirle que lo que hacía antes no estaba bien y que lo siento.


En tu experiencia profesional, ¿cuál es la principal fuente de conflicto en la crianza que podría ser evitable si respetáramos siempre la autorregulación?
La principal fuente de conflicto es el historial de los padres, las vivencias de su infancia que les han condicionado a la hora de tratar a sus hijos de determinada manera o de reaccionar o sentir ante lo que hacen ellos. Por mucho que quieran hacer las cosas lo mejor posible, su historia personal está grabada a fuego, y, especialmente en los momento s de estrés, sale todo aquello. La terapia personal (y no cualquiera) debería ser algo primordial antes de pensar en ser padres, debería estar financiada por el estado y ofrecerse de modo gratuito a las familias.

Otra fuente muy importante de conflicto es la falta de comprensión sobre lo que es un niño. Se les piden cosas que aun no están preparados para hacer (como el aprendizaje intelectual antes de los 7 años, cuando deberían estar aprendiendo mediante el juego, el movimiento y el ejemplo) y no se les permite hacer cosas para las que si están preparados. Son ciudadanos de segunda, a los que se pisotea constantemente, y, si protestan, encima son malos. No se tienen en cuenta las etapas del desarrollo, lo que necesita y entiende un niño a cada edad. Y la sociedad no ayuda en esto, porque inunda a los padres de conceptos falsos y dañinos.


Por último, el modo en el que vivimos, que es antinatural. Estamos preparados como especie para vivir en tribu, para criar a los niños en comunidad. Por mucho que en una pareja uno de los dos pueda permitirse no trabajar y quedarse en casa con su bebé, la casa se le va a venir encima, le va a desbordar, y van a surgir conflictos.


¿Qué consejo o palabras te gustaría hacerle llegar a los padres que te leen aquí en Argentina y en todo el mundo?
Que dejen de ver a sus hijos como el enemigo y les vean como lo que son, personas que les quieren de manera incondicional (a los que deberíamos querer igual), que nacen con bondad innata, que no buscan manipularnos y que beben de todo lo que hacen los padres. Que la crianza no es una guerra. Que piensen en el modelo de acción que están trasladando a sus hijos, en el que el más fuerte se impone al débil por sistema, y tengan en cuenta que su hijo va a hacer eso con otros niños porque les enseñamos que ese es el modelo a seguir, que van a hacerlo con nosotros en la adolescencia, que va a dañarles de por vida.

Que criar con ética y respeto ofrece otro modelo a los niños. Un niño que es respetado, que ve que sus padres se respetan entre ellos y respetan a los demás, no necesita ser educado en valores, porque ya los está viviendo. Hay cosas que no se educan.


Que el mundo necesita este cambio, la sociedad está profundamente enferma y hay que ir cambiando las cosas desde la crianza. No sólo por nuestros hijos, sino por la generación completa y las que vendrán.


¿Cómo podemos ponernos en contacto contigo si necesitamos hacer una consulta o queremos leer tus textos?
Podéis poneros en contacto conmigo a través de mi web Crianza Autorregulada. Aunque soy de Madrid (España), realizo eventos y consultas online para que tengan acceso a ello familias de cualquier parte del mundo.

¡Muchas gracias Laura por tu tiempo!

Más info sobre el trabajo de Laura en Facebook Twitter.


Laura impartiendo un círculo de familia


Proverbio chino


lunes, 10 de noviembre de 2014

LA RAÍZ DE LA VIOLENCIA: 12 puntos (Alice Miller)

Hace ya varios años que está científicamente comprobado que los efectos devastadores de los traumatismos infligidos a los niños repercuten inevitablemente sobre la sociedad.

Esta verdad concierne a cada individuo por separado y debería – si fuese suficientemente conocida- llevar a modificar fundamentalmente nuestra sociedad, y sobre todo a liberarnos del crecimiento ciego de la violencia.

Los puntos siguientes ilustrarán esta tesis.

1. Cada niño viene al mundo para expandirse, desarrollarse, amar, expresar sus necesidades y sus sentimientos.

2. Para poder desarrollarse, el niño necesita el respeto y la protección de los adultos, tomándolo en serio, amándolo y ayudándolo a orientarse.

3. Cuando explotamos al niño para satisfacer nuestras necesidades de adulto, cuando le pegamos, castigamos, manipulamos, descuidamos, abusamos de él, o lo engañamos, sin que jamás ningún testigo intervenga en su favor, su integridad sufrirá de una herida incurable.

4. La reacción normal del niño a esta herida sería la cólera y el dolor. Pero, en su soledad, la experiencia del dolor le sería insoportable, y la cólera la tiene prohibida. No le queda otro remedio que el de contener sus sentimientos, reprimir el recuerdo del traumatismo e idealizar a sus agresores. Más tarde no le quedará ningún recuerdo de lo que le han hecho.

5. Estos sentimientos de cólera, de impotencia, de desesperación, de nostalgia, de angustia y de dolor, desconectados de su verdadero origen, tratan por todos los medios de expresarse a través de actos destructores, que se dirigirán contra otros (criminalidad, genocidio), o contra sí mismo (toxicomanía, alcoholismo, prostitución, trastornos psíquicos, suicidio).

6. Cuando nos hacemos padres, utilizamos a menudo a nuestros propios hijos como víctimas propiciatorias: persecución, por otra parte, totalmente legitimada por la sociedad, gozando incluso de un cierto prestigio desde el momento en que se engalana con el título de educación. El drama es que el padre o la madre maltratan a su hijo para no sentir lo que le hicieron a ellos sus propios padres. Así se asienta la raíz de la futura violencia.

7. Para que un niño maltratado no se convierta ni en un criminal, ni en un enfermo mental es necesario que encuentre, al menos una vez en su vida, a alguien que sepa pertinentemente que no es él quien está enfermo, sino las personas que lo rodean. Es únicamente de esta forma que la lucidez o ausencia de lucidez por parte de la sociedad puede ayudar a salvar la vida del niño o contribuir a destruirla. Esta es la responsabilidad de las personas que trabajan en el terreno del auxilio social, terapeutas, enseñantes, psiquiatras, médicos, funcionarios, enfermeros.

8. Hasta ahora, la sociedad ha sostenido a los adultos y acusado a las víctimas. Se ha reconfortado en su ceguera con teorías, que están perfectamente de acuerdo con aquellas de la educación de nuestros abuelos, y que ven en el niño a un ser falso, con malos instintos, mentiroso, que agrede a sus inocentes padres o los desea sexualmente. La verdad es que cada niño tiende a sentirse culpable de la crueldad de sus padres.Y como, a pesar de todo, sigue queriéndolos, los disculpa así de su responsabilidad.

9. Hace solamente unos años, se ha podido comprobar, gracias a nuevos métodos terapéuticos, que las experiencias traumatizantes de la infancia, reprimidas, están inscritas en el organismo y repercuten inconscientemente durante toda la vida de la persona. Por otra parte, los ordenadores que han grabado las reacciones del niño en el vientre de su madre, han demostrado que el bebé siente y aprende desde el principio de su vida la ternura, de la misma manera que puede aprender la crueldad.

10. Con esta manera de ver, cada comportamiento absurdo revela su lógica, hasta ahora ocultada, en el mismo instante en que las experiencias traumatizantes salen a la luz.

11. Una vez conscientes de los traumatismos de la infancia y de sus efectos podremos poner término a la perpetuación de la violencia de generación en generación.

12. Los niños, cuya integridad no ha sido dañada, que han obtenido de sus padres la protección, el respeto y la sinceridad necesaria, se convertirán en adolescentes y adultos inteligentes, sensibles, comprensivos y abiertos. Amarán la vida y no tendrán necesidad de ir en contra de los otros, ni de ellos mismos, menos aún de suicidarse. Utilizarán su fuerza únicamente para defenderse. Protegerán y respetarán naturalmente a los más débiles y por consecuencia a sus propios hijos porque habrán conocido ellos mismos la experiencia de este respeto y protección y será este recuerdo y no el de la crueldad el que estará grabado en ellos.

2008 Alice Miller

lunes, 27 de octubre de 2014

Todo niño tiene derecho a que se respeten sus sentimientos


Patricia Huertas, una docente que trabaja por un cambio educativo




Ante todo, muchas gracias por compartir con nosotros tu experiencia como docente. ¿Podrías contarnos un poco dónde trabajás y con niños de qué edades?
Gracias a ti por interesarte por mí y por nuestra metodología.
Actualmente, trabajo en un pueblo cercano a Jaén (Andalucía, España) en el que todos/as los/as compañeros/as de Educación Infantil trabajamos a través de Proyectos de Trabajo. Algo no muy común en nuestra provincia. Este curso soy tutora de un grupo de 5 años con el que llevo desde el tercer trimestre de 3 años.

En tu blog te describís como una "seño a la que no le gustan los libros y prefiere elaborar el material didáctico entre todos". ¿Por qué elegiste este camino y qué frutos ves día a día?
Cuando me preparé las oposiciones, presenté una programación basada en el Aprendizaje Basado en Proyectos y tenía muchas ganas de llevarlo a la práctica. Mi primer destino fue un aula con niños de tres cursos diferentes, 3, 4 y 5 años. Lo más coherente era investigar todos/as una misma temática, respetando el nivel madurativo y cognitivo de cada uno.
Una vez que empiezas, no hay marcha atrás. Comencé a formarme en el CEP (Centro de Profesorado) de la mano de maestras constructivistas como Blanca Aguilar, Mamen Laínez, Ana Ciudad, Ana Tobaruela, Inmaculada Llavero... con las que continúo enriqueciéndome a través de un grupo de seños con otra visión de lo que creemos que debería de ser la Escuela. Desde este enfoque, intentamos disminuir los momentos en los que rellenan fichas sin significado para ellos, en las que no se pueden evaluar ellos mismos y enseñan poco o nada.
Las propuestas didácticas que busco para mi alumnado son las que les hace que le salga humo por las orejas. Las que hacen pensar, las que hacen aprender del error, las que les servirán para la vida.
Veo en ellos cómo evolucionan, cómo pasan de una etapa a otra de la lectoescritura, valorando cada avance personal. 
Les veo súper interesados por lo que estamos investigando, realizando sus propias aportaciones que enriquecen al grupo en el que yo me incluyo. 
Se les ve emocionados, porque cada día es una aventura: tenemos visitas inesperadas, objetos que aparecen, mapas, cartas, notas, e-mail, talleres, rincones, psicomotricidad en el gimnasio, cuentos, ponencias magistrales impartidas por ellos/ellas... Son protagonistas de lo que están viviendo y de su aprendizaje. 

¿Te sentís parte de alguna escuela o corriente pedagógica? 
Sigo a diferentes pedagogos y líneas de trabajo que se basan en que el niño sea el que construye su aprendizaje. Se tiene en cuenta desde dónde parten y su evolución individual, una metodología en la que el alumno se pueda evaluar él mismo, para crecer. Clásicos como Vygotsky, Piaget, Bruner, Ausubel, Kilpatric... y pedagogos y maestros/as actuales como Francesco Tonucci, Estela D'Angelo, Miriam Nemirovsky, Jose Antonio Fernández Bravo, Luisa Ruiz Higueras, Cristóbal Gómez Mayorga, Carmen Díez...


¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo? ¿Querés contar alguna anécdota en especial?
Es muy gratificante que APRENDAN. Puedo enseñar muy bien, metodología perfecta, buena formación... pero si no aprenden no sirve para nada. Pero lo más gratificante, es que APRENDAN FELICES. 
Hace poco volvió una alumna que estuvo en un cole con método editado durante un trimestre y me decía que allí sólo hacían fichas y que no estudiaban nada. Si una niña de 5 años es tan consciente de lo que falta en una escuela o una clase o en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ¿por qué los maestros/as no nos damos cuenta? 

¿Qué te gustaría decirle a todos los padres y madres que te leen y sienten, como yo, que la educación necesita un cambio de rumbo?
Que tenemos una normativa que apoya esta visión de trabajo, aunque falte formación para muchos maestros/as e inspectores que creen que lo que ¿funcionó? con niños de hace 30 años, seguirá funcionando con los de ahora. Desgraciadamente creo que es más fácil que se jubilen a que cambien.
Les diría que queda mucho camino por recorrer, pero cada vez son más las/os maestras/os inquietos y con ganas de hacerlo mejor, porque se puede. Gracias a las posibilidades que nos brindan las TIC y a los/as maestros/as que comparten sus experiencias en la red y enriquecen al resto, EL CAMBIO ES POSIBLE. 

¿Cómo contactar a Patricia Huertas Mesa? A través de su blog Investigando para la vida o en Facebook.

lunes, 20 de octubre de 2014

Las emociones en la infancia

Foto: Kambrosis

Un tema nada sencillo el de las emociones. Solemos crear una dicotomía entre emociones "buenas" y "malas". Por ejemplo felicidad versus ira. Sin embargo todos los sentimientos son válidos y necesarios en su justa medida. Si no tuviera la posibilidad de indignarme y enojarme no sería capaz de actuar frente a una injusticia, por ejemplo. Ahora, si vivo enojada es otra la cuestión.

Es raro pero esto de que hay emociones negativas se lo transmitimos, queramos o no, a nuestros hijos. Desde fastidiarnos porque tienen un mal día hasta decir "no pasa nada" cuando se golpean. Sin pensarlo siquiera, estamos negando sus emociones y enseñando que estar triste o enojado está mal. 

Sobre esto habla la psicóloga Dorothy Corkille Briggs en su libro El niño feliz. De lo necesario que es dar a los chicos "la libertad de sentir". De sentir y no de actuar, vale aclarar. Pero dado que ellos son los dueños de su experiencia, es válido tener en cuenta que sus emociones pueden ser distintas a las nuestras.

Entonces, el miedo que parece infundado cobra otro sentido. Lo mismo el enojo, la felicidad, la tristeza y tantos otros estados emocionales.

Dice Dorothy: "Es bien interesante el hecho de que cuando uno se pone en el lugar de sus hijos y trata de ver el mundo desde el punto de vista de ellos, descubre a menudo lo razonable de sus proposiciones."

¿Ustedes qué piensan? ¿Notan que a menudo se minimizan o niegan las emociones de los chicos?