lunes, 27 de octubre de 2014

Todo niño tiene derecho a que se respeten sus sentimientos


Patricia Huertas, una docente que trabaja por un cambio educativo




Ante todo, muchas gracias por compartir con nosotros tu experiencia como docente. ¿Podrías contarnos un poco dónde trabajás y con niños de qué edades?
Gracias a ti por interesarte por mí y por nuestra metodología.
Actualmente, trabajo en un pueblo cercano a Jaén (Andalucía, España) en el que todos/as los/as compañeros/as de Educación Infantil trabajamos a través de Proyectos de Trabajo. Algo no muy común en nuestra provincia. Este curso soy tutora de un grupo de 5 años con el que llevo desde el tercer trimestre de 3 años.

En tu blog te describís como una "seño a la que no le gustan los libros y prefiere elaborar el material didáctico entre todos". ¿Por qué elegiste este camino y qué frutos ves día a día?
Cuando me preparé las oposiciones, presenté una programación basada en el Aprendizaje Basado en Proyectos y tenía muchas ganas de llevarlo a la práctica. Mi primer destino fue un aula con niños de tres cursos diferentes, 3, 4 y 5 años. Lo más coherente era investigar todos/as una misma temática, respetando el nivel madurativo y cognitivo de cada uno.
Una vez que empiezas, no hay marcha atrás. Comencé a formarme en el CEP (Centro de Profesorado) de la mano de maestras constructivistas como Blanca Aguilar, Mamen Laínez, Ana Ciudad, Ana Tobaruela, Inmaculada Llavero... con las que continúo enriqueciéndome a través de un grupo de seños con otra visión de lo que creemos que debería de ser la Escuela. Desde este enfoque, intentamos disminuir los momentos en los que rellenan fichas sin significado para ellos, en las que no se pueden evaluar ellos mismos y enseñan poco o nada.
Las propuestas didácticas que busco para mi alumnado son las que les hace que le salga humo por las orejas. Las que hacen pensar, las que hacen aprender del error, las que les servirán para la vida.
Veo en ellos cómo evolucionan, cómo pasan de una etapa a otra de la lectoescritura, valorando cada avance personal. 
Les veo súper interesados por lo que estamos investigando, realizando sus propias aportaciones que enriquecen al grupo en el que yo me incluyo. 
Se les ve emocionados, porque cada día es una aventura: tenemos visitas inesperadas, objetos que aparecen, mapas, cartas, notas, e-mail, talleres, rincones, psicomotricidad en el gimnasio, cuentos, ponencias magistrales impartidas por ellos/ellas... Son protagonistas de lo que están viviendo y de su aprendizaje. 

¿Te sentís parte de alguna escuela o corriente pedagógica? 
Sigo a diferentes pedagogos y líneas de trabajo que se basan en que el niño sea el que construye su aprendizaje. Se tiene en cuenta desde dónde parten y su evolución individual, una metodología en la que el alumno se pueda evaluar él mismo, para crecer. Clásicos como Vygotsky, Piaget, Bruner, Ausubel, Kilpatric... y pedagogos y maestros/as actuales como Francesco Tonucci, Estela D'Angelo, Miriam Nemirovsky, Jose Antonio Fernández Bravo, Luisa Ruiz Higueras, Cristóbal Gómez Mayorga, Carmen Díez...


¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo? ¿Querés contar alguna anécdota en especial?
Es muy gratificante que APRENDAN. Puedo enseñar muy bien, metodología perfecta, buena formación... pero si no aprenden no sirve para nada. Pero lo más gratificante, es que APRENDAN FELICES. 
Hace poco volvió una alumna que estuvo en un cole con método editado durante un trimestre y me decía que allí sólo hacían fichas y que no estudiaban nada. Si una niña de 5 años es tan consciente de lo que falta en una escuela o una clase o en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ¿por qué los maestros/as no nos damos cuenta? 

¿Qué te gustaría decirle a todos los padres y madres que te leen y sienten, como yo, que la educación necesita un cambio de rumbo?
Que tenemos una normativa que apoya esta visión de trabajo, aunque falte formación para muchos maestros/as e inspectores que creen que lo que ¿funcionó? con niños de hace 30 años, seguirá funcionando con los de ahora. Desgraciadamente creo que es más fácil que se jubilen a que cambien.
Les diría que queda mucho camino por recorrer, pero cada vez son más las/os maestras/os inquietos y con ganas de hacerlo mejor, porque se puede. Gracias a las posibilidades que nos brindan las TIC y a los/as maestros/as que comparten sus experiencias en la red y enriquecen al resto, EL CAMBIO ES POSIBLE. 

¿Cómo contactar a Patricia Huertas Mesa? A través de su blog Investigando para la vida o en Facebook.

lunes, 20 de octubre de 2014

Las emociones en la infancia

Foto: Kambrosis

Un tema nada sencillo el de las emociones. Solemos crear una dicotomía entre emociones "buenas" y "malas". Por ejemplo felicidad versus ira. Sin embargo todos los sentimientos son válidos y necesarios en su justa medida. Si no tuviera la posibilidad de indignarme y enojarme no sería capaz de actuar frente a una injusticia, por ejemplo. Ahora, si vivo enojada es otra la cuestión.

Es raro pero esto de que hay emociones negativas se lo transmitimos, queramos o no, a nuestros hijos. Desde fastidiarnos porque tienen un mal día hasta decir "no pasa nada" cuando se golpean. Sin pensarlo siquiera, estamos negando sus emociones y enseñando que estar triste o enojado está mal. 

Sobre esto habla la psicóloga Dorothy Corkille Briggs en su libro El niño feliz. De lo necesario que es dar a los chicos "la libertad de sentir". De sentir y no de actuar, vale aclarar. Pero dado que ellos son los dueños de su experiencia, es válido tener en cuenta que sus emociones pueden ser distintas a las nuestras.

Entonces, el miedo que parece infundado cobra otro sentido. Lo mismo el enojo, la felicidad, la tristeza y tantos otros estados emocionales.

Dice Dorothy: "Es bien interesante el hecho de que cuando uno se pone en el lugar de sus hijos y trata de ver el mundo desde el punto de vista de ellos, descubre a menudo lo razonable de sus proposiciones."

¿Ustedes qué piensan? ¿Notan que a menudo se minimizan o niegan las emociones de los chicos?

domingo, 19 de octubre de 2014

Feliz día de la madre

Foto: Kambrosis


Para las que se dicen imperfectas a pesar de hacer cientos de cosas perfectas a diario.

Para las que nunca tienen tiempo pero siempre están ahí.

Para las que se ríen de sí mismas (porque mejor reír que llorar).

Para las que escuchan a sus hijos y se ponen en sus zapatos. Aunque a veces cueste.

Para las que la luchan. Y la siguen luchando.

Para las inconformistas que quieren cambiar el mundo.

Para las que aman con locura. Locura en serio.

Para las que inventan cuentos aunque esa noche las neuronas no respondan.

Para las que hacen el ridículo sin concesiones.

Para las que abrazan mucho (por las dudas).

Para las que no saben hacer cupcakes.

Para las que sí saben pero les dicen magdalenas.

Para las que no cambiarían su título de mamá por ningún motivo.

A todas ellas, y a cada una.

Feliz día. De mamá a mamá.

viernes, 10 de octubre de 2014

Entrevista a Adí Nativ, un ejemplo de respeto en el consultorio pediátrico



Adí Nativ, además de ser mamá y una persona entrañable, es médica pediatra. Estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires e hizo su especialización en pediatría como residente del Hospital Garrahan. Actualmente trabaja en el ámbito privado, realizando guardias, visitas domiciliarias y consultorio. Desde hace algunos años, además, disfruta de dar charlas para embarazadas. Es en ese espacio donde siente que puede dar todo de sí misma, fusionando sus conocimientos médicos con el mundo de la crianza respetuosa, tema que no le enseñaron en ninguna facultad. "Siento que esas mamás necesitan mucha información pero desde el lado amoroso, y no la típica bajada de línea que se genera en el consultorio frío de un obstetra, un pediatra o un neonatólogo... el clima que se da en las charlas es hermoso, es una especie de "tribu express" que dura 2 horitas, pero que llena y enriquece" -dice Adí con una sonrisa. Y sí. Ella siempre tiene una sonrisa en los labios.

Adí, muchas gracias por tu tiempo y por tener ganas de compartir tu experiencia profesional y maternal con nosotros. ¿Sentís que la maternidad te cambió la perspectiva como médica pediatra?

Totalmente. Mi profesión dio un giro de 180° desde que nació mi hija, hace 2 años. Me solidarizo con absolutamente todos los casos y todas las situaciones que me cuentan los pacientes. Trato de entender ciertas cosas que antes juzgaba. Cuesta mucho porque me pesan demasiado los años de formación donde nos machacaban cosas como que no permitamos el colecho, que la lactancia no debía ser ni a demanda ni prolongada y demás temas que me causan escalofríos de solo recordarlos... La verdad es que he llegado a pensar que para que un pediatra tenga su título completo debe hacer un postgrado obligatorio y el más lindo de todos, que es el de ser padre.

¿Cambiaste de opinión o enriqueciste tu mirada sobre algún tema?
Cambió mucho mi forma de atender a los pacientes. Completamente diría. Hasta he tenido encontronazos con colegas por ciertos temas que son más fuertes que yo. Me pasa mucho con las internaciones. Antes cuando había que internar a un paciente a mí solo me importaba su cuadro clínico, su diagnóstico y su tratamiento, sin preguntar nada más. Desde que soy mamá, antes de decidir internarlo (claramente en los casos leves, donde puede surgir la "charla" y no en las urgencias extremas) me siento en la obligación de preguntar dónde viven, si tienen más hijos, de qué edades, cómo piensan manejar la situación con ese otro hijo mientras tengan a éste internado... cosas que me hacen "perder tiempo", claramente tiempo valioso de la guardia que otros colegas me recriminan, pero es tiempo valioso para esos padres que están en un momento de crisis vital, donde toda su estructura familiar se desorganiza, se derrumba y aparecen la angustia, los miedos, los enojos, y que a veces uno, en el afán de cumplir a rajatabla con lo que dice la bibliografía, no toma en cuenta. 

Otro ejemplo es cuando llegan a la guardia madres que me cuentan que los hijos se les cayeron de la cama o del cochecito. Antes las interrogaba como quien interroga a un delincuente, casi sin escucharlas y solo pensando cómo diablos dejó que algo así le pasara a ese niño y ahora, después de que tuve a mi hija (cabe destacar que a los 16 meses se me cayó del cambiador) entiendo que los accidentes ocurren por más que uno tenga mil ojos y es más... ¡cuantos más ojos uno tenga peor es! 

O las madres que traen al hijo a la guardia a las 3 de la mañana y te dicen que hace 3 días que esta con tos (todavía tengo compañeros que las maltratan diciendo que cómo los traen a esa hora si estuvieron así 3 días). Yo, lejos de pensar así, lo que siento es que ese padre para sacar a ese hijo a las 3 de la mañana y llevarlo a una guardia realmente está preocupado. No creo que nadie tenga las ganas locas de despertarse a la medianoche porque sí y de caer a la madrugada con su bebé para "charlar". Realmente ese padre necesita ayuda y como a esa hora no puede contactarse con su pediatra de cabecera viene a la guardia. No tiene nada de malo. Para eso estamos, ¿no? Por lo menos yo, que hago guardias de noche. 


Los padres solemos hacer muchas preguntas al pediatra. Y muchas veces no tienen que ver con lo médico sino con cuestiones de crianza. ¿Te metés en esos temas? ¿Qué temas preferís evitar?
Me tienta mucho meterme en ese terreno. Pero por la experiencia que tengo en consultorio lo trato de hacer con mucho cuidado. Tengo pacientes que veo desde la panza de sus mamás y son familias que conozco bien, con las que me tomo el atrevimiento de dar consejos, más que nada desde mi lugar como mamá. Sin creerme que tengo la última palabra ni mucho menos, simplemente dando mi punto de vista y entendiendo que puede haber muchas respuestas para un mismo tipo de problemática. Pero hay otras familias que conozco hace menos tiempo y más aun, familias que no siguen mi línea de pensamiento y que creería que mis consejos lejos de ayudarlos, los espantarían del consultorio, así que en esos casos me reservo la opinión y me remito a la pediatría tradicional. Me gusta mucho hablar con los pacientes de temas de crianza. Y últimamente padres (me refiero a padres y madres, claramente) se involucran muchísimo con la crianza, leen mucho, participan de charlas, investigan un montón y esto genera un intercambio hermoso en el consultorio donde se habla de igual a igual, y donde trato de generar esa confianza que los padres necesitan. Entonces son papás que no van a tener miedo de "confesarme" que metieron a su bebé recién nacido a la cama con ellos, o que le dieron de comer una ramita de brócoli solitos con la mano a los 6 meses, o miedo de llamarme al celu a las 2 de la mañana porque el nene vomitó. Trato de generar ese clima, porque el perfil de pediatrona caracúlica y soberbia creo que no me queda bien. Esta otra faceta creo que es mas "sana" para todos.

¿Te definirías a favor de algún tipo de escuela o de línea de pensamiento?
Me defino 100% a favor de la crianza respetuosa, la crianza con apego. Me pasó algo muy loco con esto, les cuento. Cuando quedé embarazada, en mi licencia, como muchas madres, empecé a meterme en el mundo de Internet. Encontré paginas de todo tipo y casi sin querer conocí al Dr. Carlos González y a la Lic. Rosa Jové (no sé si los conocen pero les recomiendo 100% hacerlo). Casi en el ínterin que los conocía, nace mi hija. Ahí en medio de mi puerperio inmediato ya no leía casi nada porque nos dedicamos por completo a ella. Pero a medida que pasaba el tiempo, y nos íbamos conociendo nosotros con Tatiana (mi "beba" de ahora 2 añitos) y "nosotros" como mamá y papá, me iba dando cuenta de que casi sin saberlo todas mis formas de actuar, mi manera de pensar, mis ganas de hacer cosas, mis impulsos mamíferos encajaban a la perfección con algo que un pediatra y puericultor español "loquito" como él solo llamaba "crianza con apego". Fue hermoso saber que el camino que elegimos transitar con nuestra hija era algo ya conocido por muchos pero no tan popularizado y a veces algo criticado (por no decir MUY criticado). Y hasta tenía nombre propio. Así que inevitablemente volví a interiorizarme en esa páginas por las que alguna vez había navegado (una vez que mi puerperio se iba "acomodando") y a comprarme libros y a estudiar mucho sobre estos temas para poder aplicarlos en mi propia casa, y hasta con mis propios pacientes. Creo y confío plenamente que una crianza respetuosa y con amor como la que propone la crianza con apego no puede "malcriar" a nadie. ¿Saben por qué? Porque, sin ir más lejos, es de esa forma como seguramente a muchos de nosotros nos han criado. Porque antes la cosa era más simple, era más natural. No había tanto replanteo de situaciones ni críticas de nadie. Era una crianza natural. Y eso es lo que me gustaría poder reinsertar. Que podamos vivir nuestra ma/paternidad desde el goce, y no desde la crítica y el replanteo. La crianza no se piensa. La crianza se vive. Y se construye entre todos los miembros de la familia. Ya les digo.... criar con amor y respeto NUNCA puede ser "malcriar".

lunes, 6 de octubre de 2014

10 maneras de guiar a tus hijos sin castigos (por la Dra. Laura Markham)

Foto: Kambrosis

1. Regulá tus propias emociones. Así es como tus hijos aprenden a manejar las suyas. Vos sos su modelo a seguir. No actúes cuando estés enojado. Si no podés ponerte en contacto con tu amor hacia tu hijo entonces pensá ¿qué haría un padre fantástico en este momento? Hacé eso. Si no podés, respirá hondo y esperá hasta que estés calmo antes de hacer frente a la situación. Resistí el impulso de ser punitivo. Siempre resulta contraproducente.


2. Honrá sus sentimientos. Cuando a tu hijo lo invade la adrenalina y las hormonas de "luchar o huir" no puede aprender. En lugar de sermonearlo, quedate con él y dejalo tener su crisis (berrinche) bajo tu mirada atenta. Tu fin es proveer un ambiente calmo para el enojo de tu hijo. Expresar sus emociones con un adulto digno de confianza y atento ayuda a los niños a atravesar esos sentimientos y aprender a auto-calmarse para poder regular sus propias emociones algún día. No trates de razonar con él durante una tormenta emocional. 


3. Recordá cómo aprenden los niños. Considerá el ejemplo de lavarse los dientes. Comenzamos cuando son bebés, les damos el ejemplo lavando nuestros propios dientes, tratamos de hacerlo divertido, gradualmente le vamos dando más responsabilidad y eventualmente lo hacen solos. El mismo principio aplica para enseñarles a decir "gracias", esperar su turno, acordarse de sus pertenencias, hacer la tarea y casi todo lo que se te ocurra. Las rutinas son muy valiosas en parte porque proporcionan el "andamiaje" para que tu hijo aprenda las habilidades básicas y este andamiaje proporciona la estructura. Podrás enojarte porque tu hijo se olvidó la campera otra vez, pero gritar no lo ayuda a recordarlo. 

4. Conectá antes de corregir, y quedate conectado, aún mientras lo guiás, para despertar el deseo de tu hijo de ser mejor. Recordá que los chicos se portan mal cuando se sienten mal acerca de sí mismos y se desconectan de nosotros. Agachate a su nivel y miralo a los ojos: “Estás enojado…Decime lo que necesitás con palabras… ¡no mordiendo!”

5. Poné reglas — pero ponelas con empatía. Por supuesto que tenés que insistir con algunas reglas. Pero también podés reconocer su perspectiva. Cuando los niños se sienten comprendidos, son más capaces de aceptar tus reglas. “¡No se muerde! Estás muy muy enojado y dolido, pero tenés que hablar con tus hermanos.”

6. Recordá que todas las "malas conductas" son expresiones, aunque quizás equivocadas, de una necesidad legítima. Él tiene una razón, aun cuando a vos te parezca que no es buena. ¿Su conducta es terrible? Entonces él se debe sentir terrible. ¿Necesita dormir más, más tiempo con vos, más tiempo libre, más tiempo para liberar esas emociones contenidas? Si atendemos la necesidad subyacente se elimina el "mal comportamiento".

7. Decí que SÍ. Los chicos harán casi cualquier cosa que les pidas si lo pedís con amor. Encontrá una manera de decir SÍ en lugar de NO aun mientras ponés reglas. "SÍ, es hora de limpiar, y SÍ, te voy a ayudar, y SÍ, podés quejarte, y SÍ, si nos apuramos podemos leer otro cuento más, y SÍ, lo podemos hacer divertido, y SÍ, te adoro, y SÍ, ¿cómo me volví tan afortunada/o de ser tu mamá/papá?” Tu hijo responderá con la misma generosidad y espíritu.

8. Conectate con un momento especial, todos los días. Apagá el teléfono, apagá la computadora, y decile a tus hijos “Ok, soy todo suyo por los próximos 20 minutos. ¿Qué hacemos?” Seguiles la corrientes. El mundo está lleno de humillación para los niños, así que por 20 minutos sólo sé un tonto y dejalos ganar. Las risas liberan miedos reprimidos y ansiedad, así que asegurate de jugar, reír, ser tonto. Hagan una pelea de almohadas. Luchen. Dejalos que te digan qué piensan, quejarse o llorar. Simplemente aceptá sus sentimientos. Dales un 100% de presencia. Los chicos que saben que pueden contar con un tiempo especial diario con sus padres florecen porque pueden confiar lo suficiente como para expresar todas sus emociones, y QUIEREN portarse bien.

9. Perdonate a vos mismo. No podés ser un padre inspirado si te sentís mal con vos mismo, así como tus hijos no pueden actuar "bien" si se sienten mal consigo mismos. Siempre podés reparar la relación. Empezá hoy.

10. Cuando todo lo demás falle, date a vos mismo un gran abrazo. Después dale a tus hijos un gran abrazo. La conexión triunfa sobre todo lo demás en lo que a crianza respecta.

¿No lo creés? Probalo esta semana y fijate qué tipo de milagro podés hacer.

Dra. Laura Markham


Traducción libre de Criando Pensamientos. Artículo original aquí.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Los niños y el derecho a la verdad: ¿qué hacemos con Papá Noel?


En Argentina "hacer creer" a los niños en Papá Noel (Santa Claus / San Nicolás), los Reyes Magos y el Ratón Pérez (o el hada de los dientes) es una práctica ampliamente difundida y naturalizada. Navegando por ahí encontré incluso una nota de Clarín que nos enseña a los padres a forzar pruebas sobre la supuesta existencia de Papá Noel... 

Justamente sobre este tema tuve una conversación hace poco con un amigo. Él me decía que estaba en contra del consumismo navideño y de la figura de Papá Noel pero que ahora que era padre "lo entendía", porque veía la alegría en la cara de su hijo. Y he escuchado razones similares muchas veces.

Yo, en cambio, elijo no reproducir esta creencia. La ilusión de la época navideña, con las reuniones familiares y los regalos (o la magia de reyes, etc.) se puede mantener sin necesidad de mentir. Si enseñamos a nuestros hijos que mentir es malo, ¿por qué les mentimos? Justamente, educar con el ejemplo es un pilar fundamental en la crianza.

Justificamos esa acción en la "ilusión". ¿Pero no es cuestionable usar métodos con los chicos que no son aceptables con los adultos? Pensé mucho sobre este tema y llegué a una conclusión bastante básica: en la crianza, para mí, el fin nunca justifica los medios. Y no considero que la magia dependa de inventar una fantasía; la magia y la fantasía infantiles está en todos lados (sobre todo en su imaginación).

Para la educadora, pedagoga, científica, médica, psiquiatra, filósofa, antropóloga, bióloga, psicóloga, feminista y humanista María Montessori el mundo real es la base del aprendizaje y hay dos claves fundamentales, la primera es que el niño es absolutamente competente y merecedor de que se le trate como tal. Una de las maneras de demostrar esta competencia es entender que está preparado para conocer la verdad sin edulcorar. La otra clave es que el mundo es absolutamente mágico y maravilloso en sí mismo. Encontrar la magia en cada cosa y buscar su fascinante explicación contribuyen a estimular la curiosidad y el amor por el aprendizaje. Por esto en la pedagogía Montessori no se usan libros de fantasía ni figuras como las de los Reyes Magos o el Ratón Pérez


Laura Gutman en su t
exto Los niños y el derecho a la verdad (que da título a este post) cita a la pediatra y psicoanalista francesa Francoise Dolto: "Todo ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el día de su muerte”. Y reflexiona: "(...) la verdad concreta dicha con palabras organiza el entendimiento de los niños y construye la estructura emocional sostenida por la lógica. Las palabras con sentido lógico son mediadoras entre los niños y el mundo. (...) Nuestras palabras no van a traerle ninguna noticia reveladora, simplemente van a confirmar lo que el niño ya sabía. Y eso es increíblemente liberador, además de aportarle mucha confianza; porque el niño constata que lo que siente y lo que los adultos nombran, coincide."

Por otro lado, está el componente ético. La navidad no sólo está asociada al consumismo sino también ligada al "buen comportamiento" de los niños. En este sentido, no sólo se oculta su naturaleza económica (que no es un hecho menor) sino también se utiliza como "premio", como especie de chantaje (lo cual no apruebo como método pedagógico). 

Por todos estos argumentos y algunos más, en mi familia elegimos no participar. Y si en algún momento mi hijo pregunta (cuando tenga la edad suficiente) le diremos la verdad.

¿Ustedes qué piensan? ¿Cómo manejan este tema con sus hijos?