martes, 8 de diciembre de 2015

La buena crianza: entre sostener y soltar

Foto: Kambrosis

Últimamente me desvelo pensando en este tema. Será que leo tantos comentarios preocupados de padres y madres falsamente acusados de malcriar. ¿Por qué será que nuestra sociedad tiene tantos problemas con el contacto físico? Se me ocurren algunas respuestas, pero eso es tema para otro post.

Muchas veces dije esto de que la crianza es un permanente equilibrio entre sostener y soltar.

Si hablamos de un bebé recién nacido el sostén será prácticamente 24 horas (mal que le pese a algunas personas), pero a medida que pasan los meses y los años indefectiblemente tenemos que aprender a soltar. Y acá no puedo evitar acordarme de ese poema precioso de Khalil Gibran: Tus hijos no son tus hijos.  
 
Soltarlos implica confianza en ellos y en nosotros mismos. Creer que hicimos las cosas lo suficientemente bien como para poder darles esa merecida autonomía.
 
También incluye no estar continuamente dando órdenes como un militar frustrado (sobre este tema voy a escribir muy pronto).

Pero qué difícil es a veces, ¿no? La autoexigencia, las opiniones ajenas, las dudas existenciales, los miedos irracionales, la propia experiencia y tantos otros fantasmas que se infiltran de algún modo en nuestras cabezas sin ser bienvenidos.

Soltar significa entender que nuestros hijos son libres. Que han venido al mundo a ser ellos mismos y no una parte de nadie ni nada. Que podemos legarles raíces pero sin olvidarnos de respetar sus alas.

Sostener y soltar. Tan sencillo y tan complejo. Para que sean libres de volar pero también de volver, sabiendo que vamos a estar ahí, incondicionalmente.

viernes, 6 de noviembre de 2015

S.O.S. ¡Mi nene no me come!

Fuente de la foto
 
Si hay un tema complicado (además del sueño) respecto a la primera infancia es... ¡la comida! ¿Cuántas cosas se entrecruzan en el simple acto de comer, no creen? Cuestiones personales, costumbres familiares, creencias culturales, algunos mitos...
 
La realidad es que la comida desvela a más de una madre o padre. Y es el caso de mi familia en estos momentos.
 
Hay una cierta instancia en la cual casi todos los niños comienzan a comer menos. A veces al año, a veces a los dos años. Mi hijo en particular comió siempre un montón. No sólo mucho, sino también variado. Yo era de esas personas que aseguraba con carácter marcial que si el niño tiene a disposición variedad de alimentos desde pequeño entonces siempre comerá de todo. Já. Grave error.
 
¿Saben qué? Nada de eso es cierto. De un día para otro Octavio dejó de comer miles de cosas. Vegetales, frutas, carnes. Las opciones estaban ahí sobre la mesa. Nadie le insistía. Cocinábamos y comprábamos todo juntos. Siempre comió solo. Pero no hubo caso. De la noche a la mañana me encontré diciendo el trístemente célebre "mi nene no come nada".
 
Y acá es donde volví a releer un libro que ha salvado la salud mental de más de una familia (añadir en este paréntesis risas): Mi niño no me come, del pediatra español Carlos González.

Mientras les escribo pienso en tantos padres que en este momento estarán desconcertados, enojados, preocupados... Si sus hijos de pronto sólo comen fideos, arroz, milanesa y alguna que otra cosita... No se pierdan los párrafos más abajo.

Ojalá encuentren un poco de consuelo y se sientan acompañados. Mientras tanto, no dejen de ofrecer opciones, cocinar juntos, hacer de la comida un momento ameno. Y recuerden nunca obligar a comer ni usar la comida como premio o castigo. ¡Cualquier día de estos se sorprenden con que sus hijos empiezan a comer un poco mejor! Y se los digo por experiencia (día a día y sin presiones vamos incorporando nuevos alimentos). 

Los dejo con las palabras de Carlos González.
 
"Uno de los mayores mitos en torno a la nutrición es el de que «tienes que comer para hacerte grande». Es decir, mucha gente cree que el crecimiento es consecuencia de la alimentación. No es así. Sólo en casos de auténtica desnutrición llega el crecimiento a verse afectado. En realidad, no crecemos porque hemos comido, sino que comemos porque estamos creciendo."

"El niño de uno a seis años, que crece lentamente, come proporcionalmente menos que el de seis meses o el de doce años, que está en un periodo de rápido crecimiento. "

"¿Por qué no quieren verdura? (...) Los niños pequeños tienen el estómago más pequeño todavía. Necesitan comidas concentradas, con muchas calorías en poco volumen. (...) Si se les deja tranquilos, los niños pequeños no suelen tener una repugnancia absoluta por las verduras. No es un problema de sabor."

"¿Hasta cuándo siguen los niños sin comer? La situación suele ser transitoria. En efecto, muchos niños, hacia los cinco o siete años, al aumentar su tamaño corporal,
empiezan a comer algo más que antes."

"Jamás hay que obligar a comer a un niño; entre otras cosas porque, cuanto más se les obliga, menos comen."

"Muchas veces nos han dicho que es imprescindible acostumbrar a los niños a tomar una variedad de alimentos desde bien pequeños, porque si no luego se negarán a tomarlos y serán unos caprichosos. No es cierto."
 
*****
 
¿Y ustedes? ¿Cómo llevan adelante el tema de las comidas en casa?

viernes, 23 de octubre de 2015

10 necesidades básicas de los niños. Por Justine Mol.

Foto: Kambrosis

Este texto es un extracto adaptado del libro Crecer con confianza, de Justine Mol, instructora internacional de comunicación no violenta y madre.

¿Cuáles son las necesidades básicas de nuestros hijos?

1. La necesidad de seguridad: Los niños se sienten seguros cuando saben que sus padres los aman incondicionalmente.

2. La necesidad de autonomía: A los niños les gusta aprender cosas de los adultos, pero sólo cuando ellos quieren. Y también les gusta hacerlo a su manera.

3. La necesidad de autenticidad: Cada niño es único y busca formas de aprender y desarrollarse que encajen con él.

4. La necesidad de reconocimiento: A los adultos nos gusta que nos tengan en cuenta y que nos tomen en serio, y a los niños también.

5. La necesidad de respeto: A los niños les gusta que se respete su autonomía y autenticidad. El respeto no significa dejar que alguien haga siempre lo que se le antoje, sino tener en cuenta a esta persona.

6. La necesidad de empatía: Empatiza con tu hijo escuchándolo con amor, teniéndolo en cuenta y comprendiéndolo. Pero hazlo sin juzgar ni comparar con otras personas.

7. La necesidad de igualdad: Los niños son capaces de descubrir por sí mismos sus cualidades y cómo desean desarrollarlas. Los adultos tenemos que bajar del pedestal y comunicarnos con nuestros hijos de igual a igual.

8. La necesidad de una atención cariñosa: Los niños ansían que sus padres los amen incondicionalmente, hagan lo que hagan. No se conforman con recibir una atención cariñosa cuando han hecho algo bien a nuestros ojos. "Quiéreme cuando menos lo merezca, será cuando más lo necesite".

9. La necesidad de jugar y aprender: A los niños les gusta experimentar y estarán más preparado a hacerlo en los límites que les fijemos si están acostumbrados a que nosotros respetemos los suyos.

10. La necesidad de humor y de goce: Los niños, como los adultos, tienden a fijarse más en alguien cuando esta persona les divierte con una broma, un guiño, una riña amistosa, una risa compartida.

¿Qué opinan? ¿Han comprobado alguna de estas necesidades con sus propios hijos o alumnos?

lunes, 28 de septiembre de 2015

Beatriz Janin: "El tiempo que el niño está frente a pantallas es un tiempo de no-juego"


Foto: Mark Pakula's blog

Muchas gracias Beatriz por tu tiempo y por estar presente en Criando Pensamientos. Hoy queremos tratar un tema que nos preocupa a todos los padres y madres: los niños frente a las pantallas. En el último encuentro de Forum Infancias has hecho referencia a este tema y mencionaste que en los medios audiovisuales la imagen prevalece sobre la palabra. ¿En qué afecta esto a los niños?
Los afecta porque si bien las imágenes dan una información importante, son mucho más difíciles de procesar que las palabras. Son inmediatas y su efecto es inmediato. No dan tiempo a metabolizar lo que se ve ni a que se fantasee. Si bien uno puede pensar en imágenes las palabras dan una posibilidad de complejización de la que carecen las imágenes.

¿Qué pasa cuando exponemos a bebés y niños muy pequeños (2 o 3 años) a la televisión, la computadora y demás dispositivos electrónicos? ¿Hay un tiempo máximo recomendado o es mejor evitarlos por completo?
El problema es cuando exponemos a niños de menos de dos años, que carecen de palabras para relatar lo que vieron y quedan aturdidos por estímulos muy fuertes. Después, a los dos o tres años, lo mejor es no exponerlos durante demasiado tiempo, eligiendo qué es lo que ven y acompañándolos. Es diferente que un adulto esté con ellos cuando miran un programa a dejarlos solos, porque si hay un adulto el niño podrá preguntar, el adulto le puede explicar lo que parece complicado para un niño, pueden intercambiar sobre lo que están viendo. También, el tiempo que el niño está frente a pantallas es un tiempo de no-juego, cuando para un niño su actividad fundamental tiene que ser jugar. Es a través del juego, sobre todo dramático, que el niño puede elaborar las situaciones que ha vivido y crear nuevos espacios, nuevos mundos. 

"El tiempo que el niño está frente a pantallas es un tiempo de no-juego, cuando para un niño su actividad fundamental tiene que ser jugar".

En el caso de padres que necesitan de las famosas "niñeras electrónicas" algunas horas al día. ¿Cuál sería tu consejo? ¿Cómo acompañar estos procesos que ahora son tan omnipresentes en casi todos los hogares?
Lo más importante es que las “niñeras electrónicas” no sustituyan a los adultos. El niño necesita de seres humanos con los que intercambiar mensajes, con los que aprender a hablar, a cantar, a jugar.

Desde Criando Pensamientos creemos en reivindicar el juego libre y el tiempo compartido en familia, siempre respetando el tiempo evolutivo de cada niño y su contexto. ¿Es lo mismo que un chico esté solo frente a la pantalla o que comparta una película o dibujito con sus padres y/o hermanos?
Es totalmente diferente. Cuando está solo no puede preguntar a nadie sobre lo que no entiende ni puede comentar con otro lo que está pasando. Tampoco va a poder compartir después lo visto. Por el contrario, cuando se ve una película o un dibujito con otros, hay un tema a conversar, los adultos pueden relatarle al niño lo que vieron, que muchas veces es algo que él solo no puede ligar ni entender y esto puede ayudarlo a procesar esos estímulos.

"Lo más importante es que las “niñeras electrónicas” no sustituyan a los adultos. El niño necesita de seres humanos con los que intercambiar".

¿Cómo capitalizamos los medios electrónicos a favor de la educación y el aprendizaje de nuestros hijos? ¿Es posible?
Es posible si los acompañamos en los descubrimientos, si conversamos con él lo que va viendo y si no usamos las pantallas como modo de desconexión.

¿Quisieras añadir algo más?
Que muchas de las dificultades con las que nos encontramos hoy en día en algunos niños, como las dificultades en la adquisión del lenguaje, parecen estar ligadas a este predominio de aparatos y la desconexión de los adultos, que también están absorbidos por las pantallas y los múltiples requerimientos de la vida actual. Otra consecuencia es el predominio de niños hiperactivos y desatentos, que llegan a la escuela acostumbrados a estímulos fuertes, visuales y se encuentran con otro tipo de estímulos a los que les cuesta adaptarse.

Muchas gracias de nuevo por tu tiempo y reflexiones. 


Beatriz Janin es Licenciada en Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (año 1971). Directora de las Carreras de Especialización en Psicoanálisis con Niños y en Psicoanálisis con Adolescentes de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Directora de la revista Cuestiones de Infancia.

Ha publicado numerosos artículos sobre clínica psicoanalítica con niños y adolescentes y sobre psicopatología infanto-juvenil en revistas especializadas de Argentina, España, Francia, Brasil e Italia.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Por qué deberíamos dejar de hablar de "crianza con apego"

Foto: Kambrosis

Nunca me gustó el concepto de "crianza con apego". Primero, y principal, porque es confuso e inexacto. Segundo porque la mayoría de las veces parece asociarse a la trilogía teta-porteo-colecho lo cual excluye a muchísimas familias y genera controversias, burlas y discusiones eternas que suman muy poco (creo yo).

Para redactar este post me apoyo en las enseñanzas del psicólogo clínico infantil Alvaro Pallamares, director del Centro de Intervención Temprana (con sedes en Chile, Argentina y México). He tomado una formación presencial con él acerca de Teoría del Apego e Intervención Temprana y sigo sus escritos hace mucho tiempo. Si quieren saber más pueden leer su Blog Psicología infantil o su página en Facebook

Como bien dice Alvaro, "el apego es una estrategia evolutiva de supervivencia". Se han hecho experimentos incluso en primates para poder realizar esta afirmación. Salvo extremos casos, no existe ser humano criado "sin apego". Todos necesitamos del apego para sobrevivir, es más importante aun que el alimento. Por esta razón hablar de "crianza con apego" no dice demasiado.

La teoría del vínculo del apego tiene sus orígenes en Bowlby y Ainsworth (sólo mencionaré los autores, no deseo hacer un post extremadamente teórico) y resumiendo bastante podríamos decir que el apego puede ser seguro o inseguro y que es la base que organiza los vínculos y la salud mental de las personas para toda su vida.

El apego seguro tiene que ver con el sentido de pertenencia y con sentirse amado. Todo ser humano merece venir al mundo y saberse amado, ¿no creen?

Hoy con la ayuda de las neurociencias la teoría del apego tiene fuerte asidero y se ha convertido en el único estudio longitudinal y transcultural de este tipo. Por lo cual, sus bases científicas son fuertes y fehacientes.

¿Qué significa, entonces, el apego seguro?

Pallamares afirma que "el apego seguro, no alude netamente al niño que no llora con la separación, sino que corresponde más precisamente al que mejor y más rápido se calma en el reencuentro con su cuidador." Es el lenguaje emocional del niño y es esta seguridad la que le permite tener estrategias antes las diferentes situaciones. Es un complejo entramado que, además, lo ayuda a regularse ante los estímulos y, especialmente, frente al estrés.

El apego seguro da confianza y seguridad. Permite al bebé y al niño pequeño explorar el mundo con tranquilidad. La sola presencia de sus figuras de apego lo regula.

¿Y cómo logramos el apego seguro?

Hay dos determinantes para el apego seguro (y nada tienen que ver con dónde duerme el bebé ni con su forma de alimentación). "La investigación ha mostrado que son dos las variables más determinantes que propician un vínculo de apego seguro, la sensibilidad parental, es decir, la capacidad de detectar y responder a las señales del bebé oportuna y efectivamente, y la capacidad de los cuidadores de pensar al bebé en términos de estados mentales, es decir por ejemplo intenciones, deseos, pensamientos y emociones, de la observación del los gestos, señas y reacciones del bebé."

Es decir, basta con responder a las necesidades de nuestros hijos oportunamente y estar atentos a sus señales. Esto es la base de una crianza respetuosa. Si para lograr esto nos queda más cómodo portear, colechar o lo que fuere, ¡bienvenido sea! Pero no creamos tener la verdad sólo por tildar casilleros o cumplir con ciertas pautas.

Lo que realmente importa es estar ahí para ellos, entenderlos en sus propios términos, responder a sus necesidades, saber escuchar, no subestimarlos, amarlos incondicionalmente, y comprender que son sujetos y como sujetos merecen respeto. Hacerles saber en todo momento que sin importar las circunstancias ellos y ellas tendrán nuestro apoyo y amor. Si seguimos estos preceptos podremos equivocarnos en pequeñas cosas, pero les daremos una base emocional fundamental para el resto de su vida.

"Velemos por lograr interacciones
que generen seguridad, confianza, intimidad, aceptación y alegría.
No miedo."
Alvaro Pallamares

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Las madres no tenemos derecho a sentir?


Foto: Kambrosis

Como doula tengo el privilegio de acompañar mujeres en sus maternidades. Embarazos, partos, puerperios, lactancias y crianzas. Todas experiencias distintas. Todas vivencias significativas.

Esta semana me encuentra contrariada. Dos historias totalmente distintas que me enfrentan a una pregunta incómoda. ¿Las madres no tenemos derecho a sentir?

Una mujer que se dice "tonta" por no haber sanado una probable (inne)cesárea. Que meses después todavía no puede poner en palabras tantos recuerdos confusos y una pila de emociones contradictorias. Se siente sola, incomprendida, torpe, anormal. "Hay que estar feliz". "Hay que agradecer que el bebé es sanito". "Hay que seguir adelante".

Otra mujer llora sin control cuando descubre que perdió un embarazo de pocas semanas. Sólo sabe que le duele. Del otro lado encuentra miradas pedantes, frases vacías y la horrible sensación de estar haciendo todo mal. "Qué suerte que fue ahora". "Pensá en tus otros hijos". "Mejor antes que después".

Y el vacío.

La espantosa y desoladora certeza de no encajar.

De soledad.

¿Las madres no tenemos permiso para llorar?

¿Las madres no podemos sufrir?

¿Quién puede decirle a otro ser humano qué sentir?

¿Quién puede ser tan soberbio de creer que tiene derecho sobre las emociones de otra persona?

Si alguien sufre por una causa que me parece menor... ¿entonces ese sufrimiento vale menos? ¿Esas lágrimas son menos amargas? ¿Ese dolor es menos devastador?

Pareciera que las madres no tenemos derecho. Que la rueda debe seguir girando a cualquier precio. Pero no.

Las mujeres madres también sufrimos. 

Que se enteren los ecografistas indiferentes, las eminencias médicas, los vecinos metidos, los amigos bienintencionados y también la familia.

Se puede sufrir por un parto violento aunque hayan pasado años. Se puede llorar una pérdida de 10 semanas aunque nos hayamos enterado ayer. Se puede odiar estar embarazada aunque sea nuestro mayor deseo.

Todas las emociones valen. Y necesitan reconocimiento y apoyo. Una sociedad que descuida a sus madres es una sociedad destinada a la violencia y al desamor.

¿Esa es la sociedad que queremos?

domingo, 16 de agosto de 2015

¿Feliz día del niño?

 
Quería decir feliz día pero las palabras me quedaban atascadas. ¿Qué expresa esta frase hecha, qué sentido tiene realmente, qué celebramos cuando celebramos?

Necesité varios días para escribir algo y sentir que honraba la infancia sin hipocresías.

¿Importa lo que regalamos hoy o en realidad importa mucho más lo que regalamos todos los días?

Tiempo, momentos compartidos, sonrisas, abrazos. La posibilidad de ser libres de verdad, sin etiquetas ni prejuicios. Ese amor incondicional que no depende de cómo se portaron ni de las notas del colegio. Infancias sin castigos, sin golpes, sin gritos. Infancias sanas y, sobre todo, respetadas.

Tolerancia. Amor. Respeto. Empatía. Tiempo. Paciencia. Escucha. Libertad. Atención. 

Esos son regalos para toda la vida. Ahora, sí. Feliz día para todos los niños y las niñas.

martes, 14 de julio de 2015

¿Por qué los cochecitos se inventaron en la época victoriana?

 
¿Sabían que los cochecitos se inventaron hace 180 años y se masificaron hace sólo 95 años? 
 
Fueron creados en la época victoriana, en Europa, durante el reinado de Victoria I (20 de junio de 1837 - 22 de enero de 1901).
 
Como bien sabemos la sociedad en la época victoriana era bastante particular... se dice que estaba "exacerbada de moralismos y disciplina, con rígidos prejuicios y severas interdicciones". Los valores victorianos se podrían clasificar como "puritanos", con una extrema importancia de la moral. Los varones dominaban la vida social pública y privada y las mujeres se recluían a los espacios privados. 
 
Para los victorianos la familia era el eje central de sus vidas, y el hogar, el lugar idílico donde cuidarla. El modelo familiar de esta clase media y alta era la propia Reina Victoria y su amado esposo Alberto. En el rol familiar el padre era el encargado de mantener a la familia, y sus decisiones eran incuestionables. El papel de la mujer era el de ser buena esposa y madre (de hecho hasta 1882 una mujer casada era propiedad de su esposo). 
 
Las familias eran, frecuentemente, numerosas y los niños eran criados con reglas estrictas, donde la obediencia era parte esencial de su educación. La vida de los niños se desarrollaba en las habitaciones de juegos o nurseries, donde las niñeras o nannies se ocupaban de sus lecciones, juegos y comidas. 

Los niños a menudo experimentaban la violencia en el hogar, la escuela y el trabajo.

La cuestión es que los cochecitos se hicieron populares en el Reino Unido a partir de 1840. Incluso está documentado que la Reina Victoria adquirió tres coches de bebé de la “Hitchins Baby Store”. Sin embargo, recién desde 1920 se hicieron accesibles para las familias de clase media, es decir, hace solamente 95 años.
 
¿Por qué les cuento esto? Si la rueda existe desde tiempos inmemoriales, ¿por qué creen que no se habían "inventado" los cochecitos? ¿Y por qué se habrán vuelto objeto de consumo justamente en la época victoriana? Hasta ese momento los bebés iban en el regazo o en el rebozo... Es decir, en brazos o porteados sobre el cuerpo de sus madres (u otro ser humano). 

¿Tendrá algo que ver el desapego, la frialdad y el autoritarismo de la época victoriana? ¿Ustedes qué piensan?

jueves, 2 de julio de 2015

Entrevista a OliLu: "Es tan importante “qué” comemos como “cómo” comemos"



La alimentación de los hijos es, sin duda, un tema que preocupa a todos los padres. Un espacio donde intervienen mucho más que alimentos: historias personales, mitos, culturas, tradiciones, placeres y, lamentablemente, también muchas veces luchas de poder. ¿Cómo enfrentarnos a este tema tan complejo desde una mirada respetuosa?

La respuesta la encontré de la mano de Karina Eilenberg, mamá de Luana y Pediatra especializada en Crianza, y Sabrina Gatti Wosner, mamá de Olivia y Médica Familiar especializada en Medicina Ayurveda y Fitomedicina. Juntas formaron hace dos años OliLu, un espacio de intercambio para las familias que incluye no sólo saberes médicos, sino también información sobre alimentación y lactancia, encuentros de crianza, talleres, charlas y acompañamiento para padres, entre otras temáticas de interés para las familias.


¡Bienvenidas a Criando Pensamientos! Me gustaría que se presenten.

KARINA: Soy mamá de Luana, que tiene 2 años y 4 meses y soy Pediatra. OliLu nace a raíz de la necesidad de encontrar un espacio donde compartir con familias el camino de la crianza. Nos conocemos desde la facultad, siempre fuimos amigas con una visión parecida sobre la salud y la enfermedad, la formación posterior la hicimos por separado, Sabri hizo medicina familiar en el Argerich, yo termine mi residencia de pediatría en el Garrahan. Y, convencida de que el origen de las patologías de la niñez tiene que ver con los vínculos y lo que sucede en casa, me dediqué a estudiar crianza. Con Krochik, con Gutman, fui buscando caminos que recién entendí cuando parí y me encontré con Luana. La maternidad me trajo eso, luz a la búsqueda, comprensión. 


SABRINA: Las mujeres estamos muy solas después de ser madres, Oli tiene 2 años y 7 meses, yo soy médica desde hace 8, y recién comienzo a entender de que estábamos hablando. Siempre digo lo mismo: llamaría a todas las madres con las que me crucé en mi formación para pedirles perdón por muchas cosas que dije. Con la maternidad descubrimos la importancia del encuentro con otras mujeres, tomando nuestros mates en tribu. La lactancia fluye mejor, el cansancio se alivia, y las risas sanadoras aparecen. Pensamos ¿por qué no ofrecer desde nuestro rol profesional este acompañamiento? ¿Por qué no brindar un espacio de encuentro para nuevas madres y nuevos padres, con sus niños? desde mi formación tradicional, y luego con el ayurveda, centro mi objetivo en trabajar con familias, contextos, culturas que no siempre son iguales, ni siquiera parecidas, y que es fundamental comprenderlas para acompañarlas. Así fuimos gestando OliLu. La idea es acompañar en esta tarea, ardua y única, de CRIAR hijos, de CREAR familias. Necesitamos aprender cada día un poco más, del otro, de uno mismo. Esa es la propuesta. Y el formato taller es lo más sincero. Circular, enriquecedor. Todos aprendemos de todos.

Foto: OliLu (Taller de alimentación para bebés)

¿Cómo surgió esta idea de ofrecer talleres de alimentación para las familias con bebés y niños pequeños? 

K: Desde la crianza, me interesa muchísimo el “cómo” nos vinculamos con los alimentos. Y el cómo la mamá comienza a soltar a ese nuevo ser que de repente no sólo toma la teta o la mamadera que ella LE administra. El inicio de la alimentación complementaria, tranquilamente puede verse también como el comienzo de la autonomía de nuestros hijos. Incluso desde una visión antropológica, ellos van comenzando a adquirir habilidades, mientras la nutrición está asegurada por la leche, para que cuando realmente las necesiten al comienzo de su deambulación, puedan ejercerlas. Esto no es lo que suele pasar habitualmente. Lo que sí pasa es la batalla, el autoritarismo, la obligación, los premios, los castigos. 

S: “Cómo” nos vinculamos con el alimento cuando somos bebés deja una impronta para toda la vida en nuestro lado emocional. Y la comida es comida. Es la fuente de energía para funcionar, pero en nosotros los humanos es placer (o es tortura). La mayoría (por no decir todos) los trastornos crónicos de la adultez (diabetes, colesterol alto, hipertensión, enfermedades autoinmunes) tienen que ver con el estilo de vida, y con los hábitos alimentarios, y de esto se desprende mostrarles otro camino a nuestros hijos, desde pequeños. 
Somos seres naturales, venimos de la naturaleza, y estamos preparados para obtener nutrientes de ese lugar. ¿Por qué entonces nos empecinamos en darles a los mas chiquitos en plena formación alimentos balanceados para bebés que vienen en cajas de cartón, llenos de azúcar y dibujitos?

K: La propuesta tiene que ver con respetar y registrar al otro y ser responsables como padres de lo que le ofrecemos a nuestros hijos. Comida sana, natural y que ellos puedan elegir, manipularla, y hacerlo a sus tiempos. La lactancia a demanda a esta altura no da dudas. Todos entendimos que toman cómo y cuánto quieren y las veces que haga falta. Ahora: cumplieron 6 meses, salimos con la listita del pediatra de qué SI y qué NO, y si mi bebe no quiere o quiere otra cosa, está mal, no sabe, yo sí, le insisto, le meto la cuchara en la boca, las veces que me indicaron debo hacerlo al día. Los niños tienen dos mecanismos muy sensibles y perfectos desarrollados. El hambre, parte de su instinto de supervivencia, y la autorregulación. Es decir, saber hasta dónde comer y parar. Dos cosas que nosotros como adultos perdimos por completo. 

S: Trabajamos con un método que no nos gusta llamarlo así, pero debemos hacerlo, que se llama baby led weaning o alimentación guiada por el bebé. La idea es esa, seguir confiando en su sabiduría y ofrecerles alimentos para que gestionen por sí solos. Así no sólo desarrollarán sus habilidades de tragar y masticar, sino también la coordinación mano boca, la elección, el deseo. Es una alimentación libre de papillas para que puedan manipularla, pero no por el fundamentalismo del sólido. La idea es que puedan ir aprehendiendo y desarrollando sus destrezas motoras y, para eso, deben hacerlo solos. 

¿Cuáles son las principales inquietudes de los padres ante este método? 

K: Al proponer un método libre de papillas, y sobretodo donde ellos agarran los pedazos y los gestionan solos, el mayor miedo generalmente es el atragantamiento. Aprender a comer no es algo que debamos enseñar. Es un parte de la maduración de los seres humanos, como lo es el caminar, sentarse, saltar. Enseñamos a leer y a escribir. No a comer. A eso se aprende imitando, y claramente no somos alimentados por otros adultos con cuchara, ¿no? En este proceso, como lo es en otros, hay mecanismos de aprendizaje. En el caminar lo es el caerse. En el comer y masticar, lo es la arcada. Mecanismo de seguridad, les enseña cuánto introducir, cómo moverlo, hasta dónde ponerlo. Por otro lado, el reflejo de arcada está más adelante en el paladar de los más pequeños y lo hacen más seguido que lo más grandes. Uno cree que atragantase tiene que ver con la consistencia del alimento, y no. Tiene que ver con dos factores predisponentes. La posición (acostado o reclinado) y que otro me alimente. Cuando otra persona gestiona el utensilio o alimento por mí no sabe en general bien dónde hacerlo y eso es un riesgo. Tan sólo imaginemos a otra persona dándonos un vaso de agua. 

S: Llegan a los talleres también muchas mamás y papás con miedo de que los bebés no engorden. Muchos a los 6 meses no tienen interés por la comida y eso es NORMAL. Por otro lado, la nutrición está completamente cubierta por la leche (sea materna o fórmula) y el comienzo de la alimentación tiene que ver con un fin educacional. Conocer, descubrir, manipular, texturas nuevas, colores, sabores. El interés llegará solo, a su debido tiempo en cada niño, y cuando comience verdaderamente a necesitarlo. Nuestra responsabilidad ma/paterna radica en ofrecerles alimentos naturales y variados. Su responsabilidad, y también su derecho, es elegirlos. En los más grandes sobre todo suele ser la dificultad mayor. Se vuelven selectivos y reacios a probar. La variedad debe seguir presente. 

¿Y qué hacemos cuando nuestros hijos se ponen restrictivos con los grupos de alimentos?

S: NO HACEMOS NADA, es su elección qué comer y cuánto comer. Nosotrxs como pa/madres seguimos ofreciendo alimentos sanos, frescos, variados. Es importante respetar su decisión y confiar en ellos, que son quienes realmente saben qué y cuánto necesitan comer. Es totalmente normal, tiene que ver con el crecimiento y la maduración. Somos seres de la naturaleza y en esta etapa, alrededor de los 18 meses, los niños pueden ir por sí mismos a buscar su alimento. Evolutivamente somos como en la época de las cavernas e ir por el bosque probando frutos y raíces nuevas puede ser peligroso, instintivamente no quieren probar cosas nuevas y este es un mecanismo protector. Por otro lado, también tienen otro intereses, ir a descubrir el mundo, desarrollar su autonomía, diferenciarse de sus padres, por eso algo que ayer le gustaba hoy no lo quiere. No etiquetemos, si hoy no quiere espinaca significa que hoy no quiere espinaca, no que no le gusta y que nunca más la va a comer, pero si nosotros insistimos en que la coma, que ayer le gustaba, que es muy nutritiva y que si no la come no hay postre seguro que vamos a lograr que nunca mas quiera comerla. 

K: También es importante tener en cuenta que el período de máximo crecimiento es intraútero y luego durante el primer año de vida, a partir de cuando la velocidad de crecimiento baja considerablemente, por lo que también se reduce la cantidad de alimento que necesitan. 

¿Qué pequeños cambios podemos hacer en la alimentación diaria de toda la familia para comer mejor? 

S: Es tan importante “qué” comemos como “cómo” comemos. Preparar nuestra comida, sentarnos a comer, compartirla en familia o con amigos, ¡masticar! Y, fundamentalmente, tomarnos ese tiempo y disfrutarlo, pasar un momento agradable, relajado. ¡Este es el mayor cambio que uno puede realizar!
En cuanto al qué: reducir o eliminar los productos industrializados y procesados y reemplazarlos por alimentos frescos, preparados por alguien, si yo no tengo tiempo o ganas, que sea otra persona y no una empresa que lo realice por mí. Cambiar las harinas y granos refinados por integrales, eliminar edulcorantes artificiales y elegir azúcar integral o miel, consumir frutas y verduras frescas e incorporar frutos secos y semillas. 

¿Por qué es tan importante compartir el momento de la comida con nuestros hijos desde que comienzan a comer? 

K: Porque lo mejor que podemos hacer para que nuestros hijos coman sano y disfruten del momento de comer es mostrarles que comer es un placer. Ellos aprenden imitando y copiando. Es importante generar un ambiente agradable, relajado, de disfrute, donde comamos todos juntos. ¡Nuestros hijos nos miran todo el tiempo! Qué comemos y cómo comemos. Ofrezcámosles comida sana, pero un mejor ejemplo. Que nuestro hijo sienta confianza en que puede comer lo que quiere y cuanto quiere, que no lo queremos más o menos porque se coma el brócoli o un chocolate que le regaló la abuela. 

S: Aprovechemos el momento de la comida para comunicarnos con nuestros hijos, charlar de cómo fue nuestro día, lo mejor que nos pasó, lo peor, qué nos gustaría hacer mañana, etc. y saquemos el foco de atención del plato de nuestro hijo. Pongámosnos en su lugar y reflexionemos qué agradable puede ser que la familia esté pendiente de lo que comemos nosotros, cuánto nos servimos, si lo terminamos, si le sacamos “lo verde”, si le ponemos mucha sal, si tomamos poca agua, si no nos quedamos quietos... ¿nos gustaría? ¿Sería una placer comer? ¿O querríamos huir pronto a mirar televisión?

¿Qué les gustaría transmitir a las familias que nos leen?

K: La maternidad y la crianza no deben vivirse solas en nuestra casa, con nuestra cría, compartiendo, y pretendiendo nada más que del papá del bebé (si está o quién esté) compañía, comprensión, comida, ayuda cuando llega del trabajo. Los cuestionamientos que trae el instinto maternal cuando nace un hijo son válidos, maravillosos, abren cabezas, pero a veces enloquecen cuando no hay sostén. Las díadas mamás bebés necesitamos escucha, información, brazos y mates. Las mujeres DEBEMOS permitirnos esa búsqueda, de nuestra tribu, de nuestras pares, aquellas que tienen nuestros mismos miedos y angustias, o las otras que tienen otros y nos pueden ayudar. Ese es nuestro mayor consejo. Hacer este viaje alucinante que es ser mamá con otras mamás. 

Para contactarse con OliLu: