lunes, 30 de junio de 2014

La crianza también tiene que ser respetuosa con los padres


"Una crianza feliz y respetuosa es aquella que tiene en cuenta las necesidades físicas y emocionales del niño, siendo atendidas de forma que se respete al menor como persona" (Rosa Jové).

¿Esto implica que dejamos que los chicos hagan absolutamente todo lo que quieren? Por supuesto que no. ¿Implica que dejemos de lado nuestros deseos y necesidades? Tampoco. ¿Implica sentirnos culpables por no poder cumplir un supuesto "deber ser"? Menos.

La crianza respetuosa implica dos cosas básicas: amor y respeto. Reconocer a nuestros hijos como individuos, como sujetos de derecho. Desde que nacen. Aceptar que tienen expresiones propias y que no siempre estaremos de acuerdo en todo. Que habrá conflictos. Que habrá enfrentamientos. Que habrá emociones encontradas. ¡Y que eso es sano y bueno! Claro, también habrá miles de momentos donde nos sobrepasemos y nos sintamos cansados; pero si estamos convencidos de estas premisas estoy segura de que nuestra mirada será distinta.

Hay una realidad. No siempre tenemos disponibilidad, ni tolerancia ni la empatía a flor de piel. Somos humanos: a veces estamos agotados, enojados con el trabajo o simplemente nuestra paciencia no está pasando su mejor día. ¡Somos seres humanos! Si hay algo que tendríamos que hacer de una vez y para siempre es despojarnos de los modelos idealizados y las exigencias desmedidas. No existen los padres perfectos (y si existieran serían aburridísimos).


Todos los padres nos equivocamos y aprendemos en el proceso. El respeto también tiene que ser hacia nosotros mismos: qué queremos, qué es mejor para nuestra familia en este momento, qué podemos y qué no podemos hacer, con honestidad, sin prejuicios


Yo estoy convencida de que es necesario un cambio de paradigma en la crianza: apostar al amor, al respeto, a la tolerancia, a la igualdad y a la libertad nos asegura un futuro mejor a todos. Pero eso no quiere decir que los niños reinen el mundo (de hecho estoy bastante cansada de que se malinterprete la crianza respetuosa como crianza "niño-céntrica" o permisiva). Quiere decir que necesitamos ser una sociedad más tolerante. No sólo con los niños, sino principalmente con sus padres.

jueves, 26 de junio de 2014

¿Por qué etiquetamos a los chicos?


Hace días que tengo un tema dando vueltas en la cabeza y que tiene que ver con los calificativos negativos, esos "alias" que muchas veces nos marcan de por vida. Está de moda hablar del bullying pero yo creo que estos temas empiezan mucho antes de la etapa escolar.

¿Escucharon de qué modo algunas personas catalogan a los chicos con total liviandad? Apenas meses de nacidos ya tienen un prontuario que asusta. "El llorón". "El inquieto". "La nerviosa". "El tranquilo" (con sus acepciones "es un santo", "es un pancho"). Y más adelante los apodos empeoran. "La callada". "El nerd". "La buena alumna". "Daniel el terrible".

Me pasa todo el tiempo con mi hijo. Escucho cosas como: "No se queda quieto un minuto. ¡Qué hiperactivo!" (palabra dañina si las hay). ¡Tiene menos de 2 años! Es un deambulador (cómo me gusta citar palabras raras y ésta me la enseñó mi hermana que es maestra jardinera) y como tal necesita explorar. ¿Qué va a hacer? ¿Sentarse a escribir sobre física cuántica? ¿Jugar al ajedrez?

Los chicos necesitan comportarse como chicos. ¿Es una obviedad o una redundancia? No lo creo. Sí, a veces molestan y aturden. Sí, ensucian y se ensucian. Sí, se caen y se lastiman. Sí, desordenan. Sí, nos vuelven loc@s. Sí, son extremadamente divertidos, ocurrentes e inteligentes y nos enseñan a disfrutar mucho más de la vida.

La periodista Eugenia Tavano, en un artículo que se llama Para mirarte mejor, entrevista a dos especialistas para tratar este tema. Me parece interesante transcribirles algunas partes.

"La palabra de un adulto funda, justifica y define el comportamiento de un niño", dice el doctor Javier Indart, Jefe de la Unidad de Violencia Familiar del Hospital Pedro de Elizalde. "Estigmatizar a los chicos es una gran carga para ellos y empiezan a cumplir estas profecías. Si mi padre me dice que soy un incapaz, así voy a actuar. (...) Para que el chico pueda crecer y desarrollarse adecuadamente tiene que sentir que es importante para un adulto".

En la escuela primaria es cuando se empieza a notar mucho más. Alejandra, maestra de primaria y psicopedagoga con más de 20 años de experiencia dice: "Una vez que al niño se lo rotula como el que hace lío, el que es lento, el que es introvertido, esa mirada persiste. Y el alumno va a actuar el resto de su escolarización en consecuencia, salvo que en algún momento se lo mire desde otro lado."

En el ámbito escolar vamos notando un interés cada vez más marcado por enfrentar y solucionar este problema (el bullying ya es definitivamente parte de la opinión pública), pero a nivel más "familiar" la mayoría veces es algo tan naturalizado que ni se cuestiona. Es parte del sentido común. ¿No creen que sería bueno empezar a despegar estas etiquetas de la frente de los chicos?


¡Mafalda es ideal para ejemplificar ABSOLUTAMENTE TODO EN LA VIDA!

martes, 24 de junio de 2014

Los benditos berrinches

¡Los berrinches! Una etapa difícil de superar siendo padres. Claro, es fácil hablar de tolerancia y respeto cuando nuestro hijo es un ángel caído del cielo, la verdad de la milanesa aparece cuando se comporta como el mismísimo hijo de Satanás.

Siempre me llamó la atención ver en la calle nenes y nenas siendo arrastrados del brazo, gritando, pataleando, llorando... Y padres totalmente superados, enojados, avergonzados. Porque al menos en nuestra ciudad esto de los berrinches está pésimamente catalogado. La opinión pública dice que son caprichos y que si no ponemos un freno a este comportamiento seremos esclavos de los deseos (incoherentes) de nuestros vástagos por siempre.

Por eso cuando leí por primera vez a Rosa Jové me quedé pensando. Ella compara esa situación cotidiana padre-hijo con una situación similar pero donde los protagonistas son marido-mujer. Una mujer que se niega a hacer algo y es arrastrada con su marido, a los gritos, por la calle. El horror. Y es tan cierto... ¡Qué hipócritas somos! ¿Por qué ese maltrato va a estar bien en chicos pero no en adultos? 

En el libro La crianza feliz de la psicóloga Rosa Jové se explica el por qué de los temidos berrinches. Parece ser que los chicos de 2 a 4 años inician una etapa de independencia y es un momento en que pretenden hacerlo todo solos llevando la contra. Pero ella deja claro que no los hacen para «fastidiar» sino para probar cosas nuevas y experimentar con el entorno. "Suele ser un período difícil, y los problemas de comportamiento se disparan debido a la incomprensión de los padres (...) ¿Cómo hace el niño para manifestar su independencia? Pues, dada su edad, es una estrategia muy simple: consiste solamente en negar al otro. Su palabra más utilizada es «no», y resulta fácil de entender, porque negando al otro empieza a expresar lo que él «no es», puesto que aún no sabe realmente lo que «es»." Una revelación, al menos para mí. Mi hijo hoy tiene 22 meses y ya hace un par que su palabra estrella es el NO.

La autora también dice: "El único problema es que esto implica un conflicto emocional importante para los niños porque, como los padres no entienden lo que pasa y normalmente se enfadan con ellos, notan que se están enfrentando a los seres que más quieren y ello les provoca una ambivalencia de sentimientos. Eso, nada más y nada menos, son las famosas rabietas: una lucha interior entre lo que debo hacer por naturaleza y la incomprensión de mis padres hacia tales actos, que me provoca unos sentimientos ambivalentes («Quiero a mis padres pero ahora los odio»). En ese momento se dan dos deseos enfrentados y contradictorios: el deseo del niño y el de los padres. Y el niño no entiende por qué."

OK. Es una etapa. Pero, ¿qué hacemos? Yo creo que, simplemente, sabiendo que es algo normal y no una lucha de poderes ya nos vamos a tomar el tema con mucha más liviandad. Jové dice: "Muchos padres viven esta etapa con mucha ansiedad porque piensan que es una forma que tienen sus hijos de rebeldía, de desobediencia o de tomarles el pelo. Nada más lejos de la realidad. En estas conductas del niño no hay ningún sentido de «ponernos a prueba» ni ningún juego de poder en medio."

No los quiero desalentar -nada más lejos de mis intenciones- pero parece que las rabietas aparecen hacia los 2 años y suelen terminar... ¡antes de los 5! Habrá que tener mucha paciencia. Pero acá lo más importante es ¿qué hacemos para manejar con calma un berrinche? Rosa Jové da algunos buenos consejos y un método bastante simple que les aseguro que funciona incluso con chicos más grandes.

Ella dice: "Podemos resumir en seis puntos la mejor manera de superar las rabietas: 1. Comprendiendo que el niño no pretende tomarnos el pelo. 2. Dejando que pueda hacer aquello que quiere (siempre que sea posible, muchas veces nos negamos a hacer cosas porque nos parecen irrelevantes, pero para ellos no lo son). 3. Evitando tentaciones (no pasemos por el kiosco si podemos evitarlo) 4. Hablando con ellos. (...) En caso de que surja la rabieta, conviene aplicar la técnica de los tres pasos: primero, comprender al niño; segundo, educarle y explicarle qué es lo que se espera de él, y tercero, dejarle elegir sus propias soluciones."

La técnica de los tres pasos es, básicamente, intentar no decir NO a todo. No valorar negativamente la conducta, no prohibir y no gritar. Por ejemplo: Matías salta en la cama, en lugar de gritarle que no se puede y empezar una batalla campal, decirle algo del estilo "Es divertido saltar en la cama (comprensión), pero las camas se rompen y son para dormir, hay que cuidarlas (educación). Juguemos a pintar y mañana vamos a la cama elástica, ¿o preferís jugar a los autos? (elección).

Suena medio rebuscado pero funciona. Yo a esto agrego una obviedad pero que también es muy útil, con nenes muy chiquitos lo mejor para evitar un berrinche es la distracción y una mínima explicación (aunque no lo crean un bebé de menos de 24 meses entiende muchas cosas). "No te doy el cuchillo porque corta, tomá esta cucharita."

Rosa Jové también aclara algo importante: "Si el niño se ha desbordado emocionalmente, hay que permanecer a su lado, intentar el contacto físico y el abrazo y repetirle que, aunque en ese momento no nos entendamos, le queremos ayudar." O sea, el arrastre y los gritos no van (por si había dudas, jaja).

En fin, espero que estas palabras nos hagan un poco más fácil la dura tarea de sobrevivir a las rabietas. ¿Alguien se anima a sumar algún consejo o anécdota?

sábado, 21 de junio de 2014

La leche materna es el mejor alimento para los bebés. SIEMPRE.

Soy una gran defensora de la lactancia materna. Y si bien no es un tema nuevo y está (por suerte) cada vez más difundido sigo viendo casos de falta de información y -lo que es cien veces peor- mal asesoramiento por parte de algunos pediatras.

Partamos de la base de que la mayoría de los pediatras sabe poco sobre lactancia. La pediatra que atendía a mi hijo durante sus primeros meses no podía creer que "solamente" le diera la teta. Me argumentaba que era el primer caso que veía que "no necesitaba el refuerzo de una mamadera". ¡Hasta llamó a una colega para mostrarle "los cachetes que yo había creado" sin necesidad de leche artificial! Increíble en pleno siglo XXI. Por suerte yo para esa época ya me había leído toda la página de la Liga de la leche y me limitaba a sonreírle sin mucha gana. 

Por eso nunca está de más recordar lo que indica La Liga de la leche: "La lactancia materna es la primera oportunidad que tiene una mujer para asegurar la salud, bienestar y felicidad que toda madre desea para sus hijos. Un bebé que es puesto al pecho de su madre a los pocos minutos de nacer, además del valioso calostro, que es una múltiple "vacuna" natural, recibe una cálida corriente de amor, una espontánea sensación de paz y seguridad similar a la que ha estado acostumbrado durante tantos meses dentro del vientre. Es una manera dulce, bella y saludable de darle la bienvenida a este mundo. Durante los primeros meses, el bebé necesita varias de las condiciones que le ayudaron a crecer dentro del útero. Una de ellas es estar muy cerca de su madre, sentir la seguridad de su presencia, el calor de su piel, escuchar los latidos de su corazón, y el timbre de su voz. Al estar en los brazos de su madre, alimentándose con su leche, recibe esto y mucho más. La leche materna es indiscutiblemente el alimento ideal para su bebé, y el único que él o ella necesita durante los primeros seis meses de vida. Además de proporcionarle todos los nutrientes necesarios para crecer, es como una barrera que le brinda protección extra contra todo tipo de infecciones y enfermedades."


De hecho la OMS y el UNICEF recomiendan que la lactancia se inicie en la primera hora de vida; que el lactante solo reciba leche materna, sin ningún otro alimento ni bebida, ni siquiera agua; que la lactancia se haga a demanda, es decir, con la frecuencia que quiera el niño, tanto de día como de noche; y que no se utilicen biberones, tetinas ni chupetes.

Sabiendo todo esto, hoy (año 2014) hay pediatras que siguen recomendando "complementos" sin medir las consecuencias. La mayoría de los casos es por supuesto "bajo peso" (aun cuando el bebé en cuestión jamás llore de hambre). Carlos González (un pediatra especializado en lactancia) en el libro Mi niño no me come nos dice: "El problema no se inicia por las mamadas «demasiado cortas», sino por el peso «demasiado bajo». (...) En el mundo hay gente de todas las tallas, y cualquier mañana, mientras vamos a comprar el pan, nos cruzaremos con personas que pesan 50 kg y con otras que pesan 100. ¿De verdad cree que esas personas pesaban lo mismo cuando tenían tres meses? (...) dos problemas fundamentales: por un lado la interpretación en general de las gráficas de peso; por otro, el ritmo de crecimiento de los niños de pecho. Esto es una gráfica de peso. Totalmente inventada; ¡no busque en ella a sus hijos! (...) Existen muchos gráficos de peso distintos [que] Por cierto, no coinciden. (...) Hoy en día, cuando cada vez más niños toman el pecho durante meses, se observa que no siguen aquellas gráficas. ¿Por qué no coincide el crecimiento de los niños que toman el pecho con el de los que toman el biberón? No se sabe muy bien, pero en todo caso no es por falta de alimento. No todos los niños crecen al mismo ritmo." 

Bastante sensato. Conozco decenas de casos para ilustrarlo. Bebés de 12 meses con 14 kilos (muy por encima de la media), con 10 (un peso habitual), con 8 (sobre todo nenas)... En fin, todos sanos, normales y diferentes. ¡Los seres humanos no somos todos iguales, señores médicos! Mi marido mide 1,87 pero el marido de mi vecina mide 1,65. ¿Le digo que empiece a comer más? 

Está bueno acordarnos de estas cosas, tener siempre la información a mano y, sobre todo, confiar en que la leche materna siempre será el mejor alimento. Aun después de introducir la alimentación complementaria (alrededor de los 6 meses, aunque puede ser mucho después, de nuevo: los seres humanos somos todos distintos) la lactancia puede continuar sin inconvenientes. La OMS indica "el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más." Mi hijo, por ejemplo, se destetó solo poco antes de los 24 meses.

Como señala Laura en su comentario (más abajo), también hay muchísimos casos de mamás con lactancias frustradas por problemas como mala postura (lo cual genera dolor) o la falsa creencia de que su leche es poca o mala. Tanto FUNDALAM como la Liga de la leche tienen asesoramiento presencial, telefónico y online gratuito para ayudar a todas aquellas mujeres que quieran amamantar.

Es bueno tener un pediatra en quien confiar, pero la salud es mucho más que el talle y el peso. Los niños felices necesitan también la estabilidad emocional de la mamá. Por eso, el camino nunca debería ser desalentar a la madre y hacerla sentir culpable. Las mujeres tenemos el poder inigualable de alimentar a nuestros hijos con nuestro propio cuerpo. Es gratis, es natural, es hermoso y es lo mejor. Que nadie nos diga lo contrario.

Manifiesto de un@ niñ@


miércoles, 18 de junio de 2014

Carta abierta a mamás y papás de bebés prematuros


Foto de Kambrosis

¿Y acaso es menos hermosa
el ala de la mariposa
si se nubla el sol?
Yo creo que no. 
Marea


Quiero compartir con ustedes la historia del nacimiento de mi hijo Octavio, porque siento que el nacimiento prematuro es un tema poco difundido y al que los padres nos enfrentamos siempre sin estar preparados.

En Argentina hay una Asociación Argentina de Padres de Niños Prematuros (APAPREM), que está impulsando hace años un Proyecto de Ley que nunca llega; y en octubre se celebra la Semana del Prematuro. Pero yo sigo sintiendo que todavía faltan espacios para hablar del tema.

Y si nuestra historia puede acompañar al menos a una sola familia, vale la pena contarla.

Tuve preeclampsia(*), una enfermedad del embarazo, por lo cual un viernes mi médico decidió hacer una cesárea de urgencia. Octavio León nació el viernes 17 de agosto de 2012, a las 16.20 hs. pesando 1 kilo 520 gramos, en la semana 33 de gestación.

Fue una experiencia dura y muy lejana a la esperada. Tuve miedo. Todo pasaba demasiado ajeno, demasiado rápido, demasiado pronto, demasiado antes... Pero en el momento en que finalmente abracé a mi bebé -ese bebé diminuto y tan perfecto- sentí que este era apenas un obstáculo a vencer. Y que podíamos.

Así comenzó nuestra odisea en neo, donde Octavio estuvo internado un mes, hasta alcanzar los 2 kilos de peso.

Soy consciente de que fui una privilegiada: tuve siempre la compañía de mi marido, mi bebé fue sano, conté con un centro de salud excelente y se me dio apoyo total con la lactancia (alimenté a mi bebé desde el primer momento sólo con leche materna, primero por sonda, luego con mamadera, y finalmente de forma natural, tema del cual escribí acá). 

Pero en ese momento yo sentí que faltaba algo. Contención. Palabras. Alguna forma de poder procesar ese torbellino emocional que nos había envuelto sin previo aviso. Digo, no hay forma de estar preparado. Todos soñamos con volver a casa como una familia. La sola idea de tener que volver a casa solos, sin nuestro bebé, es desoladora.

¿Por qué desde las instituciones se atiende tan poco el costado humano del asunto? Y no todos sentimos lo mismo: algunos padres tienen bronca, otros tristeza, hay quienes no saben cómo reaccionar y se alejan, todos estamos preocupados. Incluso algunas madres sienten culpa por haber tenido un parto prematuro. 

Por eso hoy les escribo a los papás de bebés prematuros. No sólo a los papás, sino a todas las personas involucradas. Para que se sientan, al menos un poco, más acompañados. Somos muchos los que superamos días sin horas, esperas eternas, partes médicos que nunca llegan. Los que festejamos cada gramo ganado. Los que nos enfrentamos a palabras y miradas incómodas de médicos y enfermeros que todavía no entienden la importancia de tener a nuestro bebé sobre la piel y no en un recipiente plástico. Los que sufrimos ese vacío cada día que nuestro hijo estuvo lejos. Los que enfrentamos los gigantescos prejuicios de la gente al salir a la calle con un bebé tan chiquito.

Somos muchos, aunque no siempre hablemos. Superamos momentos de desconcierto y angustia. Tuvimos la certeza de que sólo importa el día a día, ese abrazo que nos une y esa caricia que hace más liviano el peso de la espera. Que nuestro hijo o hija o hijos sepan que ahí estamos, y que estamos poniendo el cuerpo y el alma para estar juntos muy pronto.


Yo me apoyé en amigos de oro -cuya presencia por esos días nunca voy a olvidar- en mi familia y en mi marido (la persona que me demostró que el amor no tiene límites). Estos libros me ayudaron a entender un poco y esta carta me acompañó en el lactario durante toda la internación de mi hijo.

A todos ustedes les deseo el mejor futuro posible. Algún día los prematuros y sus papás seremos mejor comprendidos y nuestras historias marcarán la diferencia.

Mientras tanto será una lucha individual, pero sepan que es una lucha que bien merece el esfuerzo.


Con mucho amor,


(*) Después de muchos estudios y gracias a una excelente médica hematóloga supe que tengo SAF, una enfermedad poco conocida pero que afecta a muchas mujeres, provocando en general abortos espontáneos. Si algun@ de ustedes necesita más información o quiere conocer mi experiencia no dude en escribirme.

sábado, 14 de junio de 2014

Dormir con los hijos (o el famoso colecho)

No conozco a ningún chico que no haya terminado alguna noche durmiendo con los padres. La mayoría de los nenes, hasta cierta edad, prefieren dormir acompañados. Lo extraño es que algo tan común y corriente sea tan mal visto.

Un día, antes de ser mamá, charlaba con un compañero de trabajo. Él estaba muy preocupado porque su hijo de 4 años se pasaba a la cama grande todas las noches. A lo que yo respondí que me parecía lo más normal del mundo y que ya iba a dormir solo. "¿En serio?" Me dijo muy sorprendido. Aprovechando que otro compañero, papá de dos nenes chicos, pasaba por ahí le pregunto: "¿Tus hijos no se pasan de cama todas las noches?". "Sí, claro -nos confesó, con un poco de vergüenza- es el show del traspaso de camas, todos terminamos durmiendo en cualquier lado." Nos reímos un rato y, de paso, creo que esos papás se sintieron más acompañados (a veces a los hombres les cuesta compartir me parece).

Algunas de las corrientes "nuevas" de crianza hablan de los beneficios del colecho (compartir la cama, digamos): cuando son bebés duermen mejor, aprenden más fácilmente las fases del sueño, es mejor para la lactancia (y más cómodo, sin duda), refuerza la autoestima, y una larga lista de etc. Hasta se dice que el colecho es una solución antigua para un problema moderno: la falta de tiempo. Algunas mamás trabajamos todo el día y compartir la cama de noche es una forma de "recuperar" ese tiempo perdido.

Pero más allá de las teorías, ¿no tendría que ser una decisión de cada familia? Cuántas amigas tengo que terminaron durmiendo con sus hijos, ¡simplemente para poder dormir! Son tantos los prejuicios que nos pesan a los padres que es fácil sentir que uno hace todo mal. Y no es así. Tenemos que poder ser libres de elegir.

Además el "sentido común" al pensar este tema incluye miradas muy negativas sobre los chicos: que nos toman el tiempo, que nos pasan, que nos ganan por cansancio... Una especie de competencia donde siempre perdemos los padres. Compartir la cama es dormir abrazados, es un mimo. ¿Por qué valorarlo de otro modo?

Me gusta este video de Carlos González por la simpleza con que trata el tema: 


Si ustedes, por decisión o por cansancio, comparten o compartieron la cama con sus hijos, acá va el kamasutra para papás. Porque al final... ¡un poco de humor siempre nos salva!




viernes, 13 de junio de 2014

Autodefinido maternal



Volver a encontrarme. Dormir abrazados. Carcajadas que te llenan el pecho. Preocuparme. Cocinar. El sonido de pies minúsculos corriendo. Ordenar lo mismo cien veces. Llanto. Mucho llanto. La primera sonrisa. Barquitos de colores en la bañera. Dormir cuando se puede. Risas contagiosas. Hacer en ridículo. Limpiar. El silencio de la siesta. Conversaciones escatológicas. Jugar como una nena. Chocolate en la pared. Pisar un cubo descalza. Noches sin dormir. Fiebre. Mocos. Besos con moco. Cantar desafinado. Felicidad. Equivocarme. Aprender. Deditos pegajosos. Perder la paciencia. Encontrarla. Una pistola de agua en mi cartera. Estar cansada. Caos. Amar.

domingo, 8 de junio de 2014

¿Qué es la Crianza Respetuosa?

Foto de Kambrosis

Antes de ser mamá nunca había pensado estos temas. No conocía los términos y nunca había leído sobre crianza. Mientras esperaba a mi hijo tuve la suerte de que dos amigas me recomendaran a Laura Gutman. Desde ese momento un libro llevó a otro, un link  a otro, y en poco tiempo leí todo lo que encontré a mi alcance.


De ese modo, desordenado, conocí al pediatra español Carlos González y a Rosa Jové, una psicóloga española especialista en psicología  infantil y juvenil, y psicopediatra. Entonces descubrí que existían teorías de crianza con apego, crianza natural y crianza respetuosa.

También noté que en algunos círculos estos temas estaban más bien "de moda" y que muchas mamás se sentían sobrepasadas e incluso angustiadas por tener que "cumplir" con estas teorías. Finalmente, lejos de ser liberadoras, era una carga (nada más lejos de su verdadera intención).

Con todo esto quiero decir que está buenísimo pensar más allá de lo dado y no quedarnos en el sentido común. Pero no nos pongamos objetivos inalcanzables.

De hecho, ¡usemos esta información a nuestro favor! La crianza con apego revaloriza conceptos que son antiquísimos y que tienen que ver con el contacto físico, la lactancia a demanda, el colecho (dormir con los hijos) y la atención temprana de las necesidades del bebé. Todas cosas que deberían liberarnos de los mandatos establecidos del "se mal acostumbra a los brazos", el "no lo sacás más de la cama" y el horroroso "ya te tomó el tiempo". 

A mí me gusta pensar en términos de Crianza Respetuosa porque abarca mucho más allá de la instancia del bebé y me permite poner en orden la base de lo que considero importante. Siempre habrá momentos donde todos los conceptos serán impracticables, donde perdamos los estribos y gritemos como el increíble Hulk y todo esto parezca una utopía. Pero nunca está de más tener una base teórica donde apoyarnos y a la cual regresar si sentimos que perdimos el rumbo.

Quiero transcribir algunos puntos de La crianza feliz, de Rosa Jové. Espero que los ayude tanto como a mí.

  • "Una crianza feliz y respetuosa es aquella que tiene en cuenta las necesidades físicas y emocionales del niño, siendo atendidas de forma que se respete al menor como persona."
  • "Todos los niños son seres humanos. No se pueden utilizar con ellos medios, modos y métodos que no serían aceptables en otro ser humano."
  • "Los obstáculos a este tipo de crianza están muy arraigados en nuestra sociedad, por ello, es importante cambiar las ideas preconcebidas y los mitos. En definitiva, cambiar el paradigma de la crianza infantil."
  • "Las recetas mágicas para criar niños no existen [las orientaciones que damos se enmarcan en] los principales valores democráticos: el respeto, la tolerancia y el pluralismo."
  • "Nadie pide lo que no necesita. Si su hijo llora, atiéndale siempre."
  • "(...) es imprescindible que haya empatía, predisposición a comprender y amor."


¿Ustedes tienen principios que quieran sumar?



jueves, 5 de junio de 2014

Lo estás mal acostumbrando a los brazos

 

La semana pasada fui al mercado con mi hijo de año y medio sentado en el portabebé. La cajera, una señora de unos 70 años, no paraba de mirarme, evidentemente muy incómoda. 

Cuando me llegó el turno no se contuvo y me dijo, revoleando los ojos:

 - Querida, ¿ese chico no te pesa? Porque ya está grande para llevarlo así...

¿Cuántas veces nos encontramos en situaciones similares? ¿Cuántas veces cualquiera se siente con derecho a juzgarnos?

Yo, por suerte, en ese momento me acordé de este hermoso texto, respiré hondo, y simplemente le pregunté:

- ¿Cuánto es?

“LO ESTAS MAL ACOSTUMBRANDO A LOS BRAZOS” me afirmó el verdulero…

Díselo a la naturaleza, que lo ubicó 9 meses cerca de mi corazón, 9 meses al compás de mi respiración, 9 meses en compañía de mi voz.

Ella lo mal acostumbró primero, que sabiamente llenó mis pechos lecheros, para seguir siendo, uno los dos.

Que te explique la naturaleza, por qué me sonríe cuando estoy fea y me estira los brazos loco de amor.

¿Que lo estoy mal criando en brazos cuándo no me pide zapatos, ni un auto de lujo, tan solo que lo tome, por besos babosos a cambio?

¡No me niego a sus brazos! ¿Por qué negarme?

Sería reprimir el amor más puro e incondicional. Me pide brazos porque después de pasar casi un año tan unidos como jamás lo volveremos a estar, nuestro único consuelo es abrazarnos, para no extrañarnos tanto y amarnos más y más.

Después de todo, más temprano que tarde aprenderá a caminar y todo esto será un hermoso recuerdo, de cuando una vez él fue bebé y mis brazos eran todo para él.

Así que, señor verdulero, sin duda la naturaleza es más sabia que ambos, lo que para usted es “mal acostumbrarlo a los brazos” él lo llama AMAR, MAMAR, MAMÁ.

Ni los árboles sueltan sus frutos pequeños… los cargan hasta que estén listos, es lo natural (me dije).

Y yo le respondí: Dos kilos de papa, uno de cebolla…”

Eloísa Alarcón

Semana Mundial del Parto y Nacimiento Respetado

Del 19 al 25 de mayo fue la Semana Mundial del Parto Respetado, recordando los derechos de la mamá y el bebé.

Este compilado de spots de la Fundación Dando a Luz me parece un excelente comienzo para inaugurar un espacio de intercambio que revalorice cuestiones referidas a la crianza y a la maternidad / paternidad.

¡Espero les guste y lo compartan!




 “Para cambiar el mundo es preciso cambiar la forma de nacer"