Estas palabras están dedicadas con mucho amor y respeto a L. y a todas aquellas mamás que perdieron un bebé por nacer; esperando que el dolor pese un poco menos.
Te soñé, sentí, acuné. Te nombré. Cerré los ojos y hasta te vi. Tibio. Un corazón diminuto latiendo al compás del mío ¿Te acordás? Llegaste ese día para modificar mi vida para siempre.
En estas cosas no hay retorno: el amor es así, te atraviesa. Lo que toca
el alma trasciende y habita en algún lugar, aunque a veces sea un lugar
olvidado y desconocido. De algún modo seguís acá, presente en cada
caricia, en cada palabra, en cada recuerdo y en cada paso. Presente.
Para siempre. Porque si los hijos nos enseñan a amar incondicionalmente,
vos llevaste esa enseñanza hasta el infinito. Gracias por el tiempo que
compartimos. Gracias por elegirme.
Mamá